Cristóbal y yo nunca habíamos caído en secciones iguales, y de hecho él estaba en el área de deportes como jugador de baloncesto, lo que quería decir que lo admiraba de lejos cuando almorzábamos o en algún momento en los pasillos, pero a pesar de que siempre me teñía el cabello de diferente color y usualmente no pasaba desapercibida por mi vestimenta, él nunca me lanzó ni una mirada. Nada. Como si simplemente yo no existiese.

—Me muero —dijo Patricia soltando un grito de fan adolescente por mí, Cristobal era nuestro crush, o más bien el de todas las chicas del instituto, siempre llegaba en un carro último modelo diferente y su actitud confiada hacía que nunca pasara desapercibido.

Estaba bueno, y él lo sabía.

Que me besara era como haber sido elegida por el dios del olimpo.

Sí, lo tenía en un pedestal y no querría bajarlo nunca.

—Joder, ahí viene —dijo Patricia, sus ojos fijos en algo más allá de mí en la puerta del instituto, me voltee como el exorcista casi causándome tortícolis en el cuello y ahí estaba él.

El amor de mi vida.

Y es que cada vez que lo veía era como si todo pasara en cámara lenta a su alrededor y el viento se encendiera únicamente para azotar su cabello.

Es que él era parte de esos chicos populares; los reyes, los que estaban en la mira de los agentes para firmar contratos millonarios e ir a las grandes ligas porque jugaban de manera sobresaliente, Cristóbal era de los mejores, salía con las chicas más linda, mayores, universitarias, le llovían a cantaros y yo solo lo admiraba de lejos...

—Háblale —me incitó Patricia estremeciéndome por los hombros.

—¿Qué? —solté como si fuera un disparate— No.

Me daba nervios el mero hecho de acercarme después de haber pensado tanto en él, sentía que él sabía que lo había soñado cada noche.

—Hablale no seas cobarde —dijo Patricia—, tenemos que ver si recuerda el beso.

—No, no quiero —dije, las manos se me pusieron frías por el mero hecho de pensar en acercarme a él.

Yo era la chica más miedosa del mundo.

—Anda, ponte las bolas —insistió.

—No tengo bolas —repliqué.

—Bueno los ovarios —refutó—, ¡vamos!

Tomé una profunda respiración y me llené de valor.

«No seas cobarde, Karla Martinez».

Me acerqué hacia él haciéndole frente, deteniéndome y abriendo la boca para decir al menos un "hola" sintiendo que todo era surrealista, pero entonces Cristóbal Craft ni siquiera me miró, solo iba con la mirada fija al frente y me esquivó continuando su camino, dejándome como una completa tonta a mitad del pasillo completamente desestabilizada.

Me regresé a mi casillero sintiendo que mis mejillas no podían estar más enrojecidas.

—Eso fue humillante —comentó Patricia pareciendo apenada por haberme animado a ir.

—Me hizo la ignoración en mis narices —dije—, me dejó en visto en la vida real.

—Creo que ni en visto —dijo Patricia intentando bromear—, ni siquiera abrió el mensaje.

—No se acuerda de mí —suspiré sintiéndome decepcionada, pero es que, ¿Qué creía? ¿Qué iba a verme y hablar conmigo? Bueno, sí, eso era exactamente lo que esperaba.

Enamorando a mi Crush [Completa]Where stories live. Discover now