Me acuesto en el sofá y la mirada de Prim se convierte en la de Peeta, pero esta vez no trato de evadir su recuerdo. Me deleito en cada detalle suyo, desde la forma de su sonrisa hasta el pelo rubio ceniza que le cae por la frente. Entonces mi cabeza formula preguntas como "¿Estará bien?" "¿Algún día volverá al 12...?"

Mis párpados comienzan a cerrarse al mismo tiempo que mi cabeza formula una última pregunta: Si vuelve... ¿podremos ser los mismos de antes?

{·····}

Paaf

Abro los ojos y miro a mi alrededor.

Paaf

Frunzo el ceño, confundida. Me incorporo en el sofá recorriendo mi salón con la vista.

- ¿Sae?- pregunto con voz pastosa mientras me pongo en pie.

Paaf

Vuelvo a oír ruido fuera, en el patio, como si alguien estuviera cavando en el suelo. Por unos instantes pienso que es otra de mis pesadillas y que si avanzo lo suficiente me encontraré de nuevo con sus tumbas.

Con un pie detrás de otro, casi al mismo ritmo al que la pala desgarra el suelo y hace ese ruido tenebroso, llego a la puerta corredera que da al patio. Me planto en el umbral de la puerta abierta cuando lo reconozco. Ahora lleva el pelo tan corto que es imposible que le tape siquiera la frente, está tan delgado que la camiseta parece quedarle dos tallas más grande y cuando alza la mirada hacia mí hasta sus ojos, que aún conservan el azul, parecen haber cambiado. Me pregunto qué clase de terapia habrán utilizado con él en el Capitolio.

Clava la pala en el suelo y se apoya sobre ella al verme. Tiene las rodillas del pantalón manchadas de tierra y la camiseta mojada por el sudor. Me fijo en que en realidad no estaba cavando, estaba plantando unas flores.

-Pensé que sería una buena manera para recordarla..., algo como..., una tumba.- dijo en voz baja, serena.

Asentí lentamente. Las palabras y emociones me hincharon la garganta, como un nudo del que si intentas deshacerte, sabes que se convertirá en lágrimas y sollozos.

No podía creer que él estuviera allí, por lo que decidí huir antes de que, aquel momento que con el que tanto había soñado, se convirtiera en otra de mis pesadillas.

{·····}

Me adentré en el bosque tras mucho tiempo evitándolo. El paseo fue tranquilo, y aunque no era mi intención cazar, conseguí un par de ardillas en mi excursión por el prado. Era como si el regreso de Peeta hubiera traído de vuelta a la antigua Katniss. Y también sus recuerdos en el 12.

Si dijera que el bosque no me traía recuerdos de Gale sería una mentirosa. Había pasado la mayor parte de la tarde pensando en él, en que estaba ocupado haciendo algún trabajo importante en el 2 y en que ese hecho no me había hecho sentir la opresión en el pecho tan característicos de la tristeza, del dolor por la pérdida de alguien importante en mi vida. Sólo encontré alivio ante su ausencia.

Mi camino de vuelta a casa me obliga a pasear por el centro del distrito. Siempre pensé que al hacerlo los recuerdos me estremecerian el corazón, que el horror del distrito me perseguiría como un fantasma, pero no podría haber estado más equivocada. Las luces de las casas nuevas adornaban el atardecer alrededor de la plaza, la cuál había pasado de ser el un simple suelo de cemento a ser lo que daba más vida al distrito 12. Habian decorado el espacio con bancos, plantas, flores preciosas y una pequeña fuente en medio. Los niños juegan en la nueva plaza mientras sus madres los llaman para que entren a cenar. Una pequeña sonrisa se me escapa mientras cruzo la plaza al notar la paz y tranquilidad que ahora reina en el 12.

Sigo mi camino hasta la aldea de los vencedores y me detengo cuando observo las luces encendidas en la casa de Peeta. No noto ningún movimiento en el interior y me debato entre sí es correcto molestarle con mi presencia a estas horas. Pero me doy cuenta de que a estas alturas no me importa lo que es correcto o no, así que camino hasta su puerta con la excusa perfecta de ofrecerle una ardilla como cena.

No, no sabía si todo aquello era una buena idea, pero la imagen de Peeta plantando esas flores para Prim en el patio de mi casa me impulsó a llamar a la puerta antes de procesar nada más.

Solo tuve que esperar un par de segundos para volver a verlo. Segundos suficientes para que mi cerebro decidiera procesar todo aquello como una mala idea.

Peeta salió en el mismo instante en el que yo ya había puesto un pie fuera para alejarme del umbral de su puerta. Me quedé congelada en mi sitio como si me hubieran pillado haciendo una travesura. En menos de un segundo y con los nervios provocándome sudores en las manos, tragué saliva, cuadré los hombros y me giré hacia él.

Le miré a la cara un breve instante y no supe descifrar su reacción. ¿El brillo en sus ojos se debía a que le había hecho gracia pillarme en mitad de mi plan de fuga? ¿Su ceño ligeramente fruncido significaba molestia o simplemente le parecía rara mi repentina visita? Y lo más importante aún: ¿quería que me fuera o que me quedara? ¿podría ser nuestra amistad como la de antes o me alejaría con su indiferencia?

-Hola- habló cuando notó que yo me había perdido en mi propio hilo de pensamientos mientras le miraba.

-Ho...hola- contesto con cierto nerviosismo e incomodidad.

«Debo parecer estúpida»

Mi mirada aterriza en el suelo y se encuentra con el bajo de sus jeans y la punta de sus zapatillas manchadas con harina. Me pregunté si me odiaría mucho después de pasar tanto tiempo en el Capitolio tratando de curarse por mi culpa. No podía mirarle a la cara, no por vergüenza sino por culpabilidad.

- ¿En qué puedo ayudarte?- de pronto me sentí incómoda bajo su mirada.

- Oh, emm...- miro las ardillas y alzo la mano con la que las sostengo-. He llegado de cazar y he pensado que tal vez querrías una...

Peeta inclina la cabeza hacia un lado mientras me mira y me surge la necesidad imperiosa de empujarlo hacia el interior de su casa y cerrarle la puerta en la narices sólo para que deje de hacerlo.

-Gracias, hace tiempo que no las como- elige la más gordita y se la doy.

-De nada- trato de dibujar una media sonrisa.

El tiempo que he pasado en el 12 siempre me ha resultado lúgubre y deprimente, pero su llegada me da cierta esperanza de que eso cambie un poco.

-Espera un momento....- entra en su casa dejando la puerta entornada, impidiendome cotillear el interior, y un minuto después aparece de nuevo frente a mi con una bolsa de papel marrón- Toma, para ti- sonríe un poco-. Lo he hecho yo. Espero que te guste.

-Gracias-miro dentro y hay una barra de pan y unas galletas de chocolate.

- ¿Quieres pasar?- Se aparta de la puerta y señala el interior de su casa.

Pensé que me encontraría con sábanas blancas cubriendo los muebles sin usar y varias cajas de mudanza amontonadas en una esquina, pero en vez de eso un salón y una cocina bien decorados, iluminados y limpios se abrieron paso en mi campo de visión. ¿Cuándo había llegado Peeta realmente al 12? ¿Cuántos días o semanas le había tomado hacer acto de presencia en mi casa?

De pronto aquel encuentro me resultó raro, falso, forzado. Peeta había llegado al 12 desde hacía mucho tiempo y ni él ni Haymitch se molestaron en avisarme. Tanto ese hecho como su presencia me resultó abrumador.

- No, gracias- y tan rápido como llegué, me fui.

*****

¡Holaaaa hermos@s!✨

Escribí este fanfic hace muuucho tiempo y es una de mis primeras obras que aún conservo gracias al inmenso amor que ha recibido. Aquellos capítulos que contienen el "Corregido" han sido modificados a una mejor versión así que han cambiado en gran medida, por lo que si queréis podéis pasar para volver a leerlos.

Mil gracias por leer.

No olvidéis votar y comentar lo que más os guste. ¡Os leo! 👀

Leslie 💖✌🏾

"There will always be hope" - Peeta y KatnissWhere stories live. Discover now