Los lazos que no se alcanzaron a romper

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...


"¿Ni siquiera sientes nada por tu hermano?"

Imaginó la voz de su madre reclamándole.

No es que no sienta nada, señora –Hubiera querido decirle, solamente se dio cuenta que no tenía algún sentido en ese instante.

No tengo la culpa de lo que él eligió ser, no soy yo quien quiso convertirse en eso. Nuestros caminos siempre fueron diferentes, y yo decidí seguir por el mío, madre. Nunca fui lo que quisiste, siempre he sido más que eso. Acaso no fue esa fijación suya la que terminó en esto, o más bien con él.

Teniendo demasiado en mente no hacía más que darle vuelta a ese asunto.

Los Black perdieron otro hijo.

Recordó la noche que abandonó ese lugar, los gritos de su madre, las maldiciones proferidas de la boca de su padre. La indiferencia de Regulus, que en su enorme empatía de hermano le alcanzó a decir:

–Vaya, te gusta lucir lo de ser Gryffindor. De verdad eres valiente... O lo suficientemente estúpido para hacerlo. -Su rostro estampado en aquel tapete, había sido borrado. –Ahora ya estás muerto, "hermano"

Esa fue la última vez que cruzó palabra con él. No pretendía evitarlo, si llegaba a topárselo por los pasillos del castillo, simplemente era alguien cualquiera.


...


El talentoso Regulus Black, el portento, el chico del cual la familia se enorgullecía. ¿Es así como debía terminar?

Sentía ahogársele el pecho, no tenía intención alguna de llorar, quería seguirse sintiendo valiente como toda la vida lo hizo. Pero aquellos lazos, los mismos que ellos y él desearon romper, seguían dentro, corriendo por su cuerpo.

Cansado mentalmente recostó la cabeza en el respaldar del sillón donde se encontraba. Cerró los ojos para buscar en su memoria aquellos momentos, donde creía rescatar fragmentos de lo que fue su hermandad.

Jugaban, Narcisa era realmente buena haciendo fluir su magia, esa tarde se perdieron varios pergaminos nuevos en honor a un gran motivo, hacer flotar figuritas que habían creado. Tenía 6 años y un pequeño hermano, que le gustaba seguirle los pasos.

–Vengan, terminaremos antes de que regresen. Nadie se dará cuenta. –Dijo la niña rubia.

–¿Y Kreacher?

–Él es muy bueno. –Se detuvo para llamarlo, el elfo no estaba muy retirado de donde los niños, así que apareció tan pronto como fue solicitado. –¿Verdad, que nos ayudarás? –El elfo asintió después de un rato, con la condición de observarlos.

En el amplio jardín las figuritas flotaban por el aire, subiendo, bajando, dando volteretas. Causando la risa del más pequeño y la satisfacción de los otros dos niños. Narcisa hizo descender hasta su rostro una con forma de ave. El niño la tomo entre sus regordetas manos observándola curioso, como si fuera el objeto más llamativo que en toda su vida hubiera sostenido.

El pequeño Regulus levantó su mirada hacia el anciano elfo y se dirigió a él.

–Ave, para ti, ten Krechy. –Pronunció.

El elfo se negó rotundamente.

–Aunque sea un niño, el amo menor no puede darle objetos a su servidumbre.

Sirius se aproximó a su hermano, tratando de enseñarle algo que aún no sabía.

–Ven hermanito, no podemos hacer eso. –Le dijo tomándole de la mano y encaminándolo adentro de la mansión.

–Pero yo quiero jugar con Krechy...

¿Qué paso con el viejo elfo, por qué no te protegió?

En las vacaciones de Navidad en primer año, en la cena familiar Sirius mostró con orgullo los colores de su casa, ante el notorio desagrado de los mayores, las miradas indiferentes de sus primas; de la risa burlona que se esforzaba por contener Bellatrix.

Más tarde su hermano le había dicho:

–Madre considera que no fuiste lo suficiente digno de ser Slytherin y por eso terminaste allí. –Sirius le devolvió la mirada junto a una sonrisa a su hermano. No importaba, él se sentía contento de saber al lugar al cual pertenecía. – Sabes, cuando sea mi turno, yo si lo seré, por ambos.

–Eso no importa Regulus, mientras te asegures de convertirte en un gran mago. –Le respondió alborotándole el pelo y haciéndole cosquillas.

–Suéltame hermano, suéltame. –Decía el niño entre risas.

Al crecer se daría cuenta de muchas cosas, cosas que no quería incluir en su vida. Lo tuvo al lado, más no se tomó el tiempo de verlo cambiar, o ¿fue él quien lo hizo?

Cuando la obsesión haya inundado todo, supo que no tendría salida; fue por eso que partió antes de que sucediera.

Después de haberse ido, nunca tuvo la necesidad de volver a hablarle. Si tan solo pudiese preguntárselo todo ahora. Aunque ya no tenía ningún derecho, se preguntaba que hubiera sido, si tan solo hubiese sido capaz de golpearlo en la cara y hacerlo entender.

No podía, ya nunca lo haría.

Sirius Black eligió su camino.

Y el joven Regulus tomó el suyo.


...


–Está bien llorar, hermano. No puedes negar siempre a la sangre. –Fue la voz de James que lo saco de sus pensamientos. Sintió la mano de este en su hombro. –Necesitas estar solo por ahora. Aquí estoy para ti, siempre lo estaré.

Y Sirius terminó por quebrarse.

Y aunque aquella familia nunca lo supiera y a pesar de que fue él a quien dieron por muerto primero. Un joven Black exiliado, en silencio sufrió la pérdida de su único hermano de sangre.


...

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⏰ Last updated: Jan 14, 2022 ⏰

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