[Cap16] Ángeles y demonios

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A las cinco de la tarde, cuando las instalaciones del edificio Rossi empezaban a vaciarse, un toque en la puerta de la oficina de Joanna sacó a la castaña de sus pensamientos, era Angelo.

Se sostuvieron la mirada en silencio como en otras ocasiones, pero esta vez, con el recuerdo de lo sucedido en las escaleras aun escociéndoles la piel.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella mientras recogía los diseños en los que había estado trabajando.

—Vine a disculparme —respondió él desde la puerta—. Me comporté como un patán y dije cosas que te hirieron. No fue mi intención.

—Lo sé. Pero eso no cambia nada.

—Joanna...

—No, no Angelo —impuso ella con seriedad dejando los bocetos a un lado—. Estoy molesta. Molesta contigo y con la situación. Así que ahora mismo no estoy para que me presiones.

—Nunca te he presionado y lo sabes —replicó él de inmediato. Ofendido.

Ella le miró consiente de que seguiría diciendo cosas hirientes hasta que no se le bajase el enojo. Terminó de recoger, se guindó su bolso al hombro y se acercó.

—Te quiero Angelo. Te quiero... —le recordó—. Pero ahora mismo no sé cómo lidiar con esto. Lo siento.

Joanna pasó de largo saliendo de la oficina, y él resopló con cierto aire amargo.

—¿No sabes o no quieres?

La insinuación de Angelo la hizo detenerse, volviéndose a él.

—¿Perdón?

—Como escuchaste. Sé que soy yo el de los problemas. El centro de la "situación". El que está casado, el que aceptó una paternidad que no le correspondía, y el que está a puertas de un divorcio complicado —apuntó recordando las acusaciones de la castaña hacía unas horas—. Créeme, es difícil olvidarlo.

—¿Qué intentas decir?

—¡Que no eres la única que tiene miedo aquí, Joanna! —exclamó notando como ella miraba alrededor nerviosa, temiendo que los escucharan—. Yo también arriesgo, yo también pierdo si esto se descarrila. Pero a pesar de todo, he sido yo el que ha estado dispuesto a luchar por nosotros desde el principio. Lo estuve hace siete años, y lo sigo estando.

Joanna tragó grueso sin saber cómo responder.

—Dices que me quieres, pero...

—No te atrevas a dudar de lo que siento. Me ha costado mucho aceptarlo en voz alta como para que lo pongas en duda.

—Dame una sola razón para no hacerlo —exigió él firme en su postura—. Tu fuiste la que me dijo una vez que luchara por lo que me hacía feliz ¿Cómo puedo creer que yo soy esa felicidad si lo único que has hecho desde que nos conocimos es huir?

Joanna se había quedado una vez más sin respuesta. Intentó decir algo, lo que fuese, pero no pudo. No tenía argumentos para defender lo indefendible.

—Lo siento, Angelo. Pero no tengo cabeza ni tiempo para seguir discutiendo contigo. Tengo un compromiso —cortó dándose la vuelta para marcharse.

—Por favor, no vayas.

La suplica en la voz de Angelo consiguió que la castaña se detuviese una vez más. Respirando hondo para aliviar el fuerte apretón que este le había dado a su corazón en ese instante.

—Angelo...

—No venía solo a disculparme —la interrumpió—. Venía a invitarte a salir conmigo esta noche. Y bajo el riesgo de que me embarques, te estaré esperando de todas formas. Tú sabes dónde...

ROSA AZULWhere stories live. Discover now