[CAP8] La inauguración

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Eran las nueve y hacía más de tres horas que los empleados de la constructora se habían marchado a casa. Todos menos Angelo. Que se había quedado hasta tarde trabajando en la maqueta del nuevo proyecto. Maquetar era una de las cosas que más le gustaban de su carrera. Centrarse en los detalles de cada pieza le ayudaba a relajarse. Se olvidaba del mundo por un rato y se dejaba llevar por la inspiración.

Se detuvo al recibir una notificación de mensaje. Era de Sam. Este le estaba esperando en la entrada de las nuevas oficinas para asistir a la fiesta de inauguración.

No estaba de ánimos para una celebración, mucho menos para codearse por horas con diseñadores, modelos y afines. No le apetecía estar en un lugar dónde no se iba a sentir cómodo.

—¿Piensas madrugar en la oficina? —preguntó una femenina voz que reconoció con seguridad esta vez. Era Linett Chadwick, la abogada de la empresa y una vieja amiga que, al igual que Sam, conocía desde su tiempo en la universidad de Texas.

—Quería adelantar algunos detalles, pero ya me voy a casa —respondió el arquitecto—. Pensé que todos se habían marchado.

—Ya ves que no —señaló la atractiva mujer de acento latino, piel canela y abundante melena oscura desde la puerta de la oficina—. Y no tienes cara de querer volver a casa, así que... ¿Por qué no salimos un rato y nos tomamos unos tragos? Yo invito.

Angelo le miró y sonrió agradecido.

—Gracias Lin, pero no tengo ganas de beber esta noche.

—Podemos ir a comer —propuso con una coqueta sonrisa— ¿Ya cenaste?

—No, no he cenado. Pero tampoco tengo hambre

Linett compuso un puchero.

—Te has vuelto un aburrido. Hace tiempo que no salimos.

Él asintió consciente de ello. Evitaba sus invitaciones porque conocía las intenciones de la morena y le tenía mucho cariño como para usarla de desahogo. Porque eso es lo único que podría ofrecerle.

—Lo sé... lo sé. Te la debo.

—Esta y muchas otras Angelo Rossi —apuntó divertida—. Descansa, y dale un beso a Lu de mi parte.

Angelo asintió asegurándole que lo haría.

—Descansa tú también.

—Hasta mañana, guapetón.

—Hasta mañana.

El ojiazul no dijo más, la vio marcharse con aquel tumbado tan latino característico de ella y regresó la atención al móvil leyendo el mensaje que le había mandado Sam una vez más.

Había rechazado salir con Linett, estaba cansado y no tenía ganas de fiesta. Y, aun así, una parte de él ansiaba ir a la dichosa inauguración para encontrarle rostro a la voz del ascensor.

Debía estar loco por solo considerarlo, pero luego de darle un par de vueltas al asunto en la cabeza, se guardó el móvil en el bolsillo del pantalón y sacó una americana negra del discreto armario que tenía tras el sofá que decoraba el otro extremo de su espaciosa oficina.

Se la puso, se pasó las manos por el cabello para asegurarse de estar bien peinado y salió decidido apagando las luces en el camino.

Bajó por las escaleras procurando evitar a Linett en el ascensor, y se llegó a la entrada de las nuevas oficinas dónde en efecto, Sam le estaba esperando.

—Hasta que te decidiste —celebró el rubio dándole una palmada en el hombro.

—No pienso estar mucho tiempo —anunció detallando la decoración de la entrada, encontrándose nuevamente con aquel elegante logo que ponía: JOANNA CANO.

ROSA AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora