Suena el timbre de casa. ¡Salvado por la campana!

— Yo abro — Lola vuelve al interior de la casa. La veo alejarse, cabizbaja y también veo sus curvas, sus piernas, esa sensualidad con que se mueve ¡Joder! Deja de pensar esas mierdas.

— ¡Bicho! — Azucena ya está aquí. Levanto la vista y veo a mi hermana entrar al jardín. Lucía aparece detrás y viene corriendo hacía mí. Se lanza a mis brazos y la abrazo.

— ¡Tío! Tenía ganas de verte.

— Yo a ti también princesa. ¿Todo ok?

— Ya te contaré. ¡Vanesa es una perra!

— Esa boquita — me separo de ella y le doy una pequeña colleja de broma — ¿Sigue con el chico ese mayor?

— No solo eso. Le ha ido diciendo a todo el mundo que soy una frígida. —Vaya la historia se repite ahora con mi sobrina. No es de la misma manera. Pero duele más cuando la traición la hace una amiga. Y más, esa amiga. Mi sobrina ha estado pegada a ella todos estos años. Eran inseparables. — Por cierto — se separa y sonríe — Muy guapa tu novia. — Mira de reojo hacía Lola que está ayudando a mi hermana a poner la mesa.

— No es mi novia — ¡Ya me gustaría! ¿Qué? ¿A qué viene pensar eso? Aunque, reconozco que no me molesta que lo insinúen, al menos no de Lola. Cuando lo hacen de Sara la ira me corroe, pero con Lola es distinto. Si mi familia lo ve bien, quiere decir que tengo posibilidades. Que no sería raro que Lola y yo... bueno ya me entiendes.

— Ya. Vale. Pues debería. Parece buena chica.

— Lo es. ¿Y tu hermano?

— Viene con la yaya. Se quedó anoche con Manolito. Fueron al cine con los amigos. — Mi sobrino y mi hermano al ir juntos a clase, salen con la misma gente.

— ¿Y tu padre? — mi sobrina tuerce el gesto

— No va a venir. Mamá y él discutieron ayer por la noche y ha querido quedarse en casa.

— ¿Tu madre está bien? — mi sobrina se encoje de hombros. Vaya, esto no es bueno.

Alfonso aparece por la puerta de la parcela. Salta el muro como cuando éramos jóvenes y los antiguos dueños de la casa estaban fuera. Lo hacíamos para bañarnos en pelotas por la noche. Alguna vez lo hemos vuelto a hacer teniendo yo ya la casa.

— Javi — me saluda. Lleva las gafas de sol puestas, pero tiene mala cara. Lo noto.

— Vete con tu madre — le digo a mi sobrina y le doy un cachete en el culo. Ella me obedece y se va dándole dos besos a Alfonso antes de irse. — ¿Qué tal? — le saludo.

— Mal. Estoy hecho una puta mierda. Y me duele la cabeza.

— ¿Resaca?

— Llevo tres días bebiendo sin parar.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— No fui al piso el otro día.

— Rebeca te ha dejado. — Lo afirmo. No es una pregunta.

— Es una zorra. Me llamó después de no aparecer. Me insultó y me dijo que jamás encontraré una mujer que me quiera. Que soy un fracasado y no sé cuántas mierdas más. Dejé de escucharla. Estoy hundido en la miseria. — se baja las gafas de repente y veo sus enormes ojeras. — ¡Vaya la chica del otro día! ¿Es la novia de Enzo?

— Es mi compañera de trabajo y le he alquilado una habitación.

— ¿Aquí? — asiento con la cabeza.

Enséñame a volarWhere stories live. Discover now