El cuarto día.

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Comenzó el día en la gran isla y para fortuna el lugar en el que nunca se había tapado el sol se llenó de nubes grises, ocurrido esto el rey Melchor comenzó a preocuparle que cuyo suceso afectara a su lado de la isla así que desesperado mando una carta al rey Adam, en ella contenían preguntas sobre lo ocurrido y algunas sobre si podía arreglarlo.

Por otro lado a la joven Hera le aterraba aquel día pero igualmente le gustaba el hermoso gris del cielo, salió a dar una caminata por el pueblo, o como ella le llamaba "exploración". Camino por aquel campo que ahora tenía tonos grisosos gracias a sus nubes, mientras caminaba se preguntaba "¿Por qué la gente le teme a un día tan hermoso como este?" mientras seguía su caminata seguía aún preguntándose a sí misma cosas sin sentido cuando se topó al chico que no imaginaba que estaría de su lado a esa hora. ¿También habría pasado algo en su reino?, eso averiguaría después de entrar en conversación con el─ hola─ dijo la joven acercándose a él, quien veía con atención el platinado cielo que se había generado.

─ Hola, no me di cuenta de que venias.

─ Si pude notarlo, al igual que note como vez como mi lado de la isla tal vez agoniza─ dijo en tono burlón.

─ Tu lado no es el único afectado linda, en el pueblo aparecieron dos rayos de sol─

─ Supongo que nadie pasa por ahí.

─ Supones bien, cambiando de tema; ¿crees que pueda pasar para allá?─ dijo mientras apuntaba aquel lado.

─ Hablas de pasar, ¿de verdad?─ dijo en completa confusión.

─ Si, no hay rayos de sol.

La chica lo interrumpió antes de que comenzara a hablar de nuevo─ no tiene sentido, pero si tu pasa yo lo haré.

─ ¿Estás loca?

─ ¿Y tú qué?

─ Yo lo estoy, tu no.

─ Digas lo que digas si tú lo haces yo lo haré.

─ Esto es lo que no tiene sentido, pero hagámoslo.

─ ¿Tus últimas palabras?

─ No me arrepiento de haberte conocido, bueno quien sabe y nunca me gusto Alexandra.

─ ¿Alexandra?, no importa, yo odie siempre que me traten diferente solo por ser una princesa y fuiste lo mejor que me paso desde hace mucho tiempo.

─ ¿Qué?

─1.....2.... ¡3!

Ambos cerraron los ojos y pasaron de su lado al lado contrario con completo miedo y asombro ya que no les había pasado absolutamente nada, al parecer seguían completos.

─ Am, ¿Blagden?─ dijo de espaldas aun con los ojos cerrados.

─ Aquí, ya abre los ojos.

La chica los abrió y rápidamente comenzó a tocar cada parte de su cuerpo.

─ Deja de hacer eso, yo te veo completa.

─ ¿Qué rayos pasa?

─ No lo sé, pero es obvio que nos mintieron y yo voy a descubrir por qué.

─ Bien, empecemos con esto.

El chico hundido en sus pensamientos no le puso mucha atención a la chica.

─ Blagden, ¿estás bien?

─Si lo estoy, solo me quede teorizando.

Ella como si fuera un instinto lo tomo de la mano al ver su extraña reacción, ella sabía que tenía un por qué pero no le preguntaría hasta que este le dijera de que se trataba─ ¿Qué te parece si mañana nos vemos aquí para investigar?, fue mucho por hoy me parece.

─ Claro, solo... nos vemos aquí a media noche.

─ ¿Media noche?, claro.

El chico aun hundido en sus pensamientos se adentró al bosque hasta desaparecer entre los arboles como si fuese uno de ellos, la chica corrió al castillo y se adentró a su habitación a esperar la media noche, la cual se le hacía completamente eterna hasta que comenzó a dormitear, justo después de unos minutos se quedó agotadamente dormida con la inconsciente esperanza de despertar antes de la media noche. 

Rayo de oscuridadWhere stories live. Discover now