─¿Adónde se dirigen?─ les preguntó Harry.

─Si, realmente te lo iba a decir, porque es de tu incumbencia, Potter─ se burló Draco─. Deberías apresurarte, ya que todos estarán esperando por "el capitán elegido", o "el chico que anotó", o como quieran que te llamen en esta ocasión.

Anastasia, o Goyle, soltó una risita. Potter la miró y ella se sonrojó. Luego observó a Diamond. Ella sabía lo que se venía.

─¿Qué pensaría Cedric de ti?─ le preguntó─, yo creo que estaría decepcionado viendo que ahora eres amiga de Malfoy. ¿También estás metida en lo que él trama?

Harry sabía que Diamond y Cedric fueron amigos cuando ella estuvo en tercero y cuarto. Fue alguien muy importante y perderlo fue horrible. Aun así no dejó que aquello la hiciera perder su compostura.

─No te metas donde no te llaman, por favor, te lo pediré amablemente, ¿sí?─ dijo ella, sonriendo con falsedad al final─. Y no metas a Cedric. Gracias.

Sin más que agregar, los cuatro Slytherin se alejaron de Harry con rapidez.

Aquel día tocaba hacerle otra prueba al armario evanescente. Esa vez Diamond fue la que recitó el hechizo luego de colocar dentro un pergamino. Cuando lo hizo volver, apareció solo la mitad. Ambos lanzaron quejidos, ya cansados de que las cosas volvieran rotas.

─No importa, cada vez el daño es menor─ trató de animar la chica apuntando nuevamente al armario ─. Continuaremos así, no tenemos otra opción. Harmonia nectere passus.

Y volvió la mitad de la mitad del papel.

Draco miró a Diamond con mala cara. Ella formó una pequeña sonrisa, como si fuera una niña y acabara de ser regañada por pegarle a su hermana menor, y lo miró. Los dos quedaron así por un segundo. A Diamond le resultaba atractiva esa mirada. A Draco le daba ternura su sonrisa. ¿Cómo podía sonreír en esos momentos?

─Si me sigues mirando te daré un beso y no te lo olvidarás jamás─ advirtió él.

La sonrisa de Diamond se borró. Tenía una extraña intensidad en sus ojos, como si éstos se hubieran vuelto más oscuros. Parecía que lo retaba a besarla.

─¿Qué esperas, Malfoy?─ preguntó sin bajar la mirada─. No te veo haciéndolo.

Draco pasó su lengua por el interior de su mejilla. Sentía que se sonrojaban y trataba de luchar contra el impulso de sonreír. Se acercó a Diamond con rapidez y la estampó contra un enorme mueble que apenas se tambaleó. Una mano fue al cuello de la chica, el cual apretó sin llegar a lastimarla. Su otra mano fue a su cintura para acercarla más a su cuerpo. Ella sonrió con victoria, sujetándolo de la tela de la túnica para atraerlo. Eso hizo que Draco la besara. Era el beso más intenso que habían tenido por el momento. Sus corazones latían con fuerza y sus labios se acariciaban con furor. Eran las hormonas actuando más que la razón.

Al separarse, los dos respiraban agitadamente. Draco le dio otro beso corto, sonriendo en medio, y luego besó su frente. Diamond cerró los ojos cuando lo hizo.

─Hay que volver al trabajo─ dijo ella.

•••

Diamond comenzó a sentirse vigilada aquella semana. No era como las sospechas de Draco, era algo de lo que estaba segura. Más de una vez se encontró sintiendo que había algo cerca, viéndola caminar por los pasillos. Incluso cuando estaba en su propia habitación. Aquello la volvía más loca de lo que estaba, sumándole el estrés de las tareas y la misión del armario.

Estaba horrible. Había perdido peso, lo que la asustaba porque no era alguien de hacer ejercicio y comer sano. Todos miraban con preocupación sus ojeras. Su cabello había dejado de hacerle caso por completo y su piel parecía un papel blanco. Sus ojos celestes se veían grises, sin brillo. Sus labios habían comenzado a romperse. Dormitaba en las clases y comenzaba a tener un mal humor que nadie soportaba. Para empeorar las cosas, había peleado con Pansy porque ella le había pedido que le hiciera la tarea de Pociones. Lo único que la salvaba de no caer era Draco, que siempre que podía le daba un sándwich robado de la cocina.

CONDENADOS | d.m ✔Where stories live. Discover now