¡Cállate! ─NOMIN

ocho.

— ¡Me gustas!

Pero Chenle me observa con los ojos entrecerrados y una sonrisa a medio camino. Renjun se ríe, sin yo saber por qué y oculta la cara.

— Creo que lo de la carta es mejor idea, Jeno.

Bien, ¡eN mi deFensA yO DIjE qUe uNa CarTa sERÍA meJoR!

Ah, pero Renjun dijo "no, no" y ahora estoy en su habitación practicando cómo es que le diría al chico más hermoso que he conocido nunca en la vida que estoy, profunda y totalmente, enamorado de él. Oh. No, no era todo. Entre ese “me gustas” debía ir incluido que lo amaba, que era hermoso, que nunca lo dejaría ir, que el beso fue lo mejor que me pudo haber pasado en la vida y...

Renjun dijo que debía hacer eso.

Pero, ¿a qué costo? Si llegaba a gustarle la primera parte, aseguraba que con la segunda (donde le declaro que nos casaremos) me mandaba de seguro a la cárcel.

— ¿Una carta? ¡Patrañas! —Renjun menciona moviendo su mano enérgicamente, se acerca y sonríe—. Sólo imagina que es él.

— Pero más guapo.

Le miro con algo de asco. No había grado de comparación, y aunque Chenle era uno de los chicos más atractivos que yo conocía, a mis ojos, Jaemin era muchísimo más lindo. Era tierno, y tenía esa manera de sonreír que...

Joder, ¡alucino! ¡Madre, ayuda!

Hablando de mi madre, ella insiste en que lo invite a comer. Ha dicho que puedo conquistarlo con comida.

— Querrás decir, menos... —rio en la cara de Chenle, él me mira con un gesto de pocos amigos.

Siempre triunfando, porque me suelta una maldición en voz baja. Está de divo últimamente, más cuando estaba cerca de Renjun quien le hacía todo a su gusto.

Me hacían enojar, porque uno le correspondía al otro. Después estaba yo, que ni salud tenía.

— ¿Crees que sea buena idea esto de decirle así, Jeno? —ya hablando en serio, Chenle se sienta en la cama de su novio no novio y me observa.

Buena idea, sí.

Que yo pueda hacerla bien, no.

No me lo tomen a mal. Peros si tengo un defecto (que han de ser millones), indudablemente es el de hechar las cosas a perder con excelencia, clase y originalidad.

— No lo sé, tengo miedo de trabarme y... Terminar haciendo algo tonto —me pongo sincero.

Casi sentimental.

Había estado pensando a lo largo de esos días, y llegué a la conclusión que en realidad ya no tenía nada que perder con decirle que estaba muriendo lenta y maliciosamente por su querer. Sin falla, lo haría en los próximos días.

Era eso, o resignarme a morir solo, con mamá.

— Bueno, entonces dale la carta... —Renjun menciona al aire.

Pero tampoco lo veo como la mejor opción.

La mejor opción era hablarle frente a frente, ojos con ojos y decirle sinceramente todo aquello que me hacía querer darme de golpes con la puerta.

— Oh, no... De nuevo está entrando en ese estado de... Le diremos JenShook.

Bien. Estaba dedicado a hacerlo. No habría vuelta atrás.