La Calma

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Allí se encontraban Myron, sentado en una enorme silla de madera presidiendo una gran mesa. Junto a él, estaban Anne y Eris que habían llegado antes y se habían sentado a su lado. En la misma mesa, se encontraba sentado Karan y junto a él, una docena de nobles y señores de las tierras que lindan Fésoda. Todos eran grandes señores y a pesar de ello, parecía que ninguno quisiera estar en aquella sala. Atnuil y yo nos sentamos en el lugar reservado para nosotros.

—Sentémonos y compartamos la mesa mientras hablamos de cómo vamos a solucionar todo este problema —comenzó diciendo Myron —ya es hora de afrontar la realidad y que decidamos la defensa de la ciudad.

—Mi señor —intervino Karan —tenemos informes de que el ejército enemigo está a menos de una jornada de distancia.

—Entonces, no perdamos tiempo con banalidades. —Increpó el regente—. Quiero saber que defensa propones.

—Mi señor —interrumpió Anne. En ese momento, noté como me faltaba el aire ante la tensión que se formó entre la elemental y el regente —quizás deberíamos considerar una posible evacuación de la ciudad, quizás si esta misma noche parten por la puerta noroeste... —Myron golpeó la mesa con su copa de vino, provocando que el líquido se derramará por la mesa.

—No voy a dar la ciudad por perdida. ¡¿Me oyes?! Pedí que los elementales, los cuatro elementales acudierais a su defensa y solo habéis acudido dos y este soldado y la chica. —respondió airado, mientras nos recorría señalándonos. En ese momento pensé que su cabeza iba a explotar de lo roja que se puso s cara. Era evidente el descontento, y aún más evidente su enfado por mi presencia en vez de la de Shilia, pero nadie en el mundo notaba su ausencia más que yo.

—Mi señor, según los exploradores, el ejército negro apenas posee armas de asedio, únicamente las que consiguió en el asalto a la fortaleza de Ecknandûr. —Dijo uno de los nobles poniéndose en pie. El ceño de Myron volvió fruncirse, si aún cabía más. Yo sabía que la pérdida de la fortaleza aún le escocía. El ejército negro no uso arma alguna, simplemente envenenó las aguas y esperaron a que los pocos supervivientes se rindieran. Según me había contado Karan, se rumoreaba que algunos de ellos vendieron su espada al servicio de los soldados del vacío, que comandaban las fuerzas del ejército Negro. Pero en mi mente rondaba la pregunta de "¿Quién contaría tales cosas?", si nadie sobrevivió.

—Puesto que no poseen armas de asedio, prevemos que el grueso de su ataque se centre en la puerta sur de la ciudad. Colocaremos la milicia tras la muralla. Mientras, la caballería marchará a galope desde el oeste, haciendo de cuña y empujando la ofensiva hacia el río. Los arqueros harán el resto. —Un gesto de aprobación fue la única respuesta del regente a la propuesta de Karan.

—Nosotras combatiremos en primera línea, si a su señor le parece conveniente. —Aventuró Eris con voz firme pero serena, cuando Karan terminó de exponer su estrategia.

—Toda ayuda será bien recibida —respondió Karan a la propuesta de Eris— si es cierto lo que dicen los informes, emplean venenos por lo que sufriremos muchas bajas. Además, esperamos recibir la ayuda del ejército Rhyno antes de que la batalla termine.

—¿De cuántos soldados disponemos exactamente? —Myron fulminó con la mirada a todos los nobles en la sala. Muchos de ellos no fueron capaces de mantener la mirada al regente.

—En disposición de combatir, unos dos mil arqueros, mil espadachines, ochocientos lanceros y quinientos jinetes con sus caballos. Si además sumamos a los presentes, dos elementales. —Karan respondió sagazmente, buscando de nuevo la aprobación del regente.

—Además, de una jinete de grifos. —Añadió Atnuil. Los nobles presentes murmuraron ante el comentario que, para su sorpresa, pareció que Myron recibía con alegría. Aunque a mi parecer su sonrisa fue más irónica que de aprobación.

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2022 ⏰

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