CAPÍTULO 1

523 59 32
                                    

No, no podía hacer oídos sordos y girar la cabeza como si no hubiera pasado nada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No, no podía hacer oídos sordos y girar la cabeza como si no hubiera pasado nada. Como absolutamente todo el mundo hacía en el instituto Valento Sierra. Nadie vestía de luto, nadie brindaba la iniciativa para montar un altar con velas y fotos del difunto, nadie hacía nada porque a nadie le importaba que Erick ya no estuviera con nosotros. En realidad, yo tampoco podía decir que era su mejor amiga, ni siquiera su amiga, solo una conocida que alguna que otra vez coincidió con él como compañera en clase de ciencias y ahí me di cuenta que no era tan rarito como todos creían que era, tenía cosas en común con él, nos gustaba el mismo género musical: el rap, decía que la poesía era un arte que pocos podían apreciar y yo estaba de acuerdo, también compartíamos el mismo amor por la lectura, de hecho, aún tengo en casa algunos de los libros que me prestó, tal y como están las cosas ahora mismo creo que sería mejor conservarlos, devolvérselos a su madre sería una situación muy incómoda para mi y muy dolorosa para ella.

—Perdona, ¿quién te has creído que eres para obstaculizar mi paso? —Inquirió con aires de superioridad.
—Perdona, ya me aparto. —Susurré mientras agachaba la cabeza y me hacía a un lado.

No contenta con ese desprecio, se acercó de nuevo y me susurró al oído:

—No quiero volver a verte en mitad de mi camino. Si lo haces, vas a sufrir las consecuencias. Y créeme, no vas a querer seguir viviendo.
—¿Como hiciste con Erick? —Pensé pero no dije nada.

Acto seguido se marchó con su mejor amiga. Eran prácticamente inseparables. Desde que había llegado a ese instituto nunca jamás la había visto sola, siempre la acompañaba a todos los sitios, la fiel y leal Alma. A mi parecer era como su perrito faldero, en más de una ocasión todos habíamos presenciado cómo despotricaba contra ella y ella seguía ahí, a su lado, era la persona más tóxica que había conocido sobre la faz de la tierra, era como una droga de la que desgraciadamente Alma se había vuelto dependiente. Julia era una víbora, una alimaña que jamás querrías tener como enemiga, y mucho menos como amiga. Manipulaba a todos cuánto quería, incluidos profesores, sin excepción del director. Era la chica que te hacía temblar si te clavaba la mirada, porque todo el mundo sabe, que donde clavas la mirada incas el diente. También era la chica que le había clavado toda su dentadura a Erick hasta que él ya no aguantó más. Así que no descarto, que ella tenga un poco, sino toda la culpa de que él ya no se encuentre con nosotros.

Sonó el timbre y como de costumbre yo ya estaba sentada en mi pupitre esperando que empezaran las clases, con los libros abiertos y esperando a que el profesor hiciera su entrada triunfal por la puerta. En realidad, era una entrada normal como cualquier otra, pero amaba que entrara por la puerta porque su asignatura, literatura, era mi favorita, la clase que no perdería por nada del mundo, así que oír sus pasos retumbando el suelo del aula ers música para mis oídos.

—Abrir los libros por la página 105, leed el poema y cuando regrese me decís qué es lo que os ha transmitido. No tardaré mucho, me he olvidado unas hojas.

Así que abrí el libro y empecé a leer:

<<...No renuncies a tu vida,
vales más de lo que crees,
aunque siempre y sin medida
él te hunde con desdén.
Dice que eres una inútil
que no sirves para nada,
es un cínico arrogante
el monstruo que te maltrata.
Intentas esconder marcas
que él va dejando en tu piel,
aunque aquellas más amargas
nadie te las puede ver...>>

El profesor Sánchez entró de nuevo por la puerta con algunas hojas en la mano, eran los exámenes que nos había hecho la semana pasada. Me puse un poco nerviosa. Entonces se sentó en la mesa.

—¿Y bien? ¿Alguien quiere explicarme de que trata el poema? ¿Hay algún voluntario?

Él sabía que yo siempre estaba dispuesta, al igual que yo sabía que él quería que participaran los demás alumnos, por eso dejé un breve periodo de tiempo, para dar lugar a que alguien levantara la mano. Pero en vista de que nadie lo hacía, me dispuse a levantarla yo. —Sánchez esbozó una sonrisa.

—Claro, no podía ser de otra manera. Tenías que ser tú Alexia. Adelante, ilústranos.

—Es fácil y conciso lo que Julio Zapata quiere transmitirnos con este poema. De hecho, el título no podía estar más acertado. "Alma perdida" ¿Pero a quién se refiere? ¿A la víctima o al agresor? En mi opinión se refiere al agresor. "No renuncies a tu vida, vales más de lo que crees..." Cuando volví a citar esa frase, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, venía acompañado de un pensamiento: ¿Hubiera cambiado algo el hecho de que Erick escuchara estas once palabras? ¿Seguiría aquí con nosotros? ¿Hubiese reconsiderado abortar la idea del suicidio? —Me quedé absorta en mis pensamientos unos segundos.

—¿Quieres proseguir, Alexia?
—Claro, profesor Sánchez. Perdón.

—"No renuncies a tu vida, vales más de lo que crees..." Cité por segunda vez prosiguiendo con mi explicación. "Dice que eres una inútil, que no sirves para nada..." A veces, pensamos que no tenemos valor alguno, solo porque hay gente que nos menosprecia, pero eso no es cierto. –Entonces metí mano a mi bolsillo, tenía un billete de 5€, que no era mucho pero era suficiente para mi demostración.

—Quiero que prestéis atención a lo que os voy a enseñar. —Les mostré el billete y acto seguido lo arrugué, haciéndolo una bola, después lo lancé al suelo y lo aplasté.

—¿Qué es lo que intentas hacer Alexia? —Dijo el profesor desconcertado.
—Espere un momento, ya casi acabo. —Me agaché para volver a coger el billete, lo estiré y lo mostré a todo el alumnado.
—¿Lo veis? Puede que el billete esté muy arrugado y hasta pisoteado, pero su valor no ha cambiado, sigue siendo el mismo, 5€. —Y esbocé una sonrisa de satisfacción.

El profesor Sánchez empezó a aplaudir lentamente. Me parecía escuchar un eco de diez segundos entre cada palmada.

—Bravo Alexia, siempre me sorprendes. —Le sonreí como una niña buena y regresé a mi sitio.

Al regresar a mi sitio, encontré un bola de papel encima de mi mesa. Sabía que no sería nada bueno, pero no esperé y lo abrí:

"Eres una inútil que no sirve para nada."

No era mi primera nota desde que Erick murió, hacía ya dos semanas y mucho me temía que tampoco sería la última...

Fuera de lugar Where stories live. Discover now