—Ya...—era difícil de captarla, no sabía que tramaba con esto—. Los dos sabemos que querías—Le di una mirada despreciable.

—en ningún momento te he dado a entender eso, tu fuiste el que te lanzaste.

Genial. Quería follarmela, no discutir.

—debo recordarte como estabas hace un par de segundos. ¡Sabes que! No se porque estoy insistiendo, vete por ahí , tu te lo pierdes—Abri la puerta y la cerré tras un portazo. Dejando en el pasado lo que acababa de pasar.

¿En que pensaba al besarla? Con esa no se puede razonar, mucho menos fantasear sexualmente.

Muy bien, vas de dura e inalcanzable, ya te daré yo lo duro.

Atravesando los pasillos de aquel hospital me sentía frustrado. Acababa de rechazarme, esa chica me había rechazado a mí. Cada vez me sorprende más lo que puede llegar esta tipa a hacer.

—señor Austin—una voz familiar me interrumpió y se llevó mi atención. Resulta que era la enfermera, Emily o como se llamará. La que causó todo esto lío en mi mente, de no ser por su trato de coqueteo conmigo, la necia no se habría puesto celosa ni habríamos llegado a esta situación.

—¿que?—levante un poco el tono.

—Las pruebas, iba a llevárselas a la habitación pero me parece que ya ha salido—me entrega un par de papeles mientras muestra una enorme sonrisa en su rostro.—todo esta bien, la inflamación se debió al accidente que tuvo y ya. Siga las recomendaciones del doctor y sanará.

Más que accidente, fue para salvarle el culo a Ela.

—de acuerdo—me fije en esta. Desvíe mi mirada hacía el fondo, percatando de que Ela procedía a salir de la habitación. Ahora me tocaba a mi—. Oye..., Emily ¿cierto?—me fijé en la enfermera mientras mostraba una sonrisa pícara y observaba con el rabillo del ojo a Ela. Esta había salido de la consulta y estaba parada mirándonos. Pude notar su cambio de humor en menos de dos segundos.

—¿Si?—pregunto la chica alegre. Antes de responder noté cómo volvió a darme una mirada de abajo a arriba y mostrar otra sonrisa. Sino insinuaba como otras las ganas de que le de, no se a que viene esto.

—Pásate estos días por Brooklyn, he abierto una nueva bar/discoteca. Se llama Valey, así podré conocerte más, me has caído bien—le mostré la misma sonrisa mientras alzaba las cejas a espera de no tan esperada respuesta.

—¿seguro que a tu novia le parece bien?—sus ojos se desviaron hacia el lado viendo a Ela la cual se estaba aproximando.

—No es mi novia, solo un pasatiempo. Espero verte ahí—acaricié un mechón de su pelo rubio tintado. Guiñe un ojo y desaparecí de su entorno. Podía deducir a pesar de ni verla la mirada extraviada y furiosa de la necia.

Saliendo afuera. Baje las escaleras hasta llegar casi abajo fui interrumpido. La voz de Ela, irrumpió en mis oídos y con ello lo que tenía en mente desde hace un segundo.

—oye, ¿de que vas? ¿A que viene eso de tocarle el pelo?—sonreí burlonamente ante sus palabras.

—Esta buena, la he invitado a mi bar, no hay nada malo en eso—paso de ella intentando subir en el coche.

Esta me siguió por detrás interponiéndose en mi camino. Sus ojos desesperados se pusieron enfrente de los míos. Definitivamente no la entendía para nada. Era demasiado rara. Su actitud varía cada segundo. Tenía que entender que hace rato solo tenía ganas de darle. No estar dándole celos por la cara.

—Mira Austin, me da igual si estas molesto por lo de hace rato. Yo no tengo nada que ver contigo ni tú conmigo ¿si?

—¿Que tratas de insinuar con todo eso?—le pregunté con el entrecejo fruncido.

—Te estoy diciendo claramente que no me interesa tu cosa de ahí abajo—señala con sus dedos mi parte íntima—. Ni mucho menos tú. Desde hace tiempo me apetecía besarte, tú lo hiciste por lo tanto te has adelantado.

—¿me estas vacilando? Tú...—la señalo de mala manera—. Me estas soltando esta estupidez

—Si, así es—responde con confianza—. Mi mente esta con otro, no contigo—me reí ante su declaración. ¿Qué estaba pensando esta chica? Que yo estaba pillado por ella. Si claro, lo que faltaba ya—. Así que déjame en paz y yo a ti. Lo de hoy, como si no hubiese pasado

—vale, vale, solo espero no escuchar gemidos por la noche cuando te estes masturbando y pienses en mi—le sellé la boca con las palabras y me monte en el coche.

—asqueroso

—arrogante

—gillipollas—le fulminó con los ojos encendiendo el coche. Juro que iba a dejarla aquí tirada y que se vuelva andando.

—si, soy gillipollas, asqueroso y todo lo que tu quieras, pero volver a bajarme a tu nivel, ni lo sueñes. Ahora súbete y andando a casa sino quieres que te secuestren o algo por el estilo.

Las luces del amanecerKde žijí příběhy. Začni objevovat