— Me vas a volver loco Lolita.

— Lo sé — me da con su dedo en mi nariz y se ríe. Se levanta de nuevo y continuamos con el desayuno.

Salimos del bungalow, me da pena dejar este lugar. Ojalá algún día vuelva. Porque aquí he descubierto cosas de mí que no conocía. He descubierto lo que es el deseo carnal por alguien. Pensé que eran invenciones de la gente y de los libros para obligarnos a consumir todo lo relacionado con el amor. Pero he aprendido que lo romántico también existe. He aprendido que puedo sentir ese deseo que siempre pensé que no era para mí. He descubierto que me gusta pasar tiempo con Lola. Que es una niña tierna, segura de sí misma, divertida y abierta a conocer. Es una niña que está deseando descubrir el mundo y lo que tiene para ofrecerla. Que está necesitada de cariño del bueno. Porque ¿ir a buscar cariño y compañía con un tipo como yo es raro? Pero he descubierto que tengo ganas de ser cariñoso con ella. No sé, quiero seguir explorando todo este descubrimiento y que me lleve a donde me lleve. Aunque acabe exhausto o con el corazón roto. Pero quiero vivir todo lo que no me he permitido vivir en todos estos años. Quiero soltarme la melena y aprender a volar de verdad. Aunque tenga que estrellarme en el camino. Quiero conocerme de verdad, saber quién soy realmente. No el hombre que he creado para tener calma y una vida tranquila. Creo que me estoy volviendo loco, pero me gusta.

Nos vamos a la reserva de tortugas, hay algunas muy grandes, con más de cien años de vida. Lola le hace fotos a todo y yo me descubro sacando el móvil y haciéndole fotos a las tortugas, a los paisajes que vemos y a ella. Tras un par de horas nos vamos y abandonamos Maui, con un sentimiento entre la necesidad de volver y la tristeza de lo que dejamos atrás.

Llegamos a nuestro hotel de nuevo. Me voy a mi cuarto y Lola se dirige al suyo. Quedamos más tarde en bajar a la piscina del hotel y tomar algo de sol. Mañana temprano sale nuestro avión y esta noche deberíamos descansar. Me cambio de bañador, cojo el libro que aún no he empezado y la toalla. Bajo a la piscina y Lola ya está sentada en una tumbona. Me hace un gesto con la mano para que vaya con ella. Y yo voy, obvio ¿No? Me siento en la tumbona de al lado y llamo al camarero para pedir una bebida.

— Un san Francisco sin alcohol por favor.

— ¿Y la señorita?

— Yo lo mismo que él, pero con alcohol. Gracias — se baja las gafas y me mira. — ¿Existen los cocteles sin alcohol?

— Deberías probarlos — se lo digo sonriendo, pero así a lo mejor no se pillaría las cogorzas que se pilla.

— Nooo, ¿qué gracia tendría eso?

— Puedes beber algo que es similar en sabor, pero, al día siguiente no te deja resaca. Evita muchas borracheras.

— Ya — veo que tuerce el gesto y se pone seria, como si estuviese pensando. — últimamente se me va un poco la mano sí. A lo mejor podría probarlos.

— ¿Por qué?

— Por qué ¿qué?

— Porque bebes tanto — llevo desde la otra noche queriendo preguntárselo — tienes algún problema personal que te lleva a esto.

— No... bueno — baja la mirada al suelo y el camarero nos trae las bebidas — Los últimos meses no han sido boyantes para mí, bueno ni la vida, la verdad. El alcohol me hace olvidar. Un poco.

— Puedes hablar conmigo, quizás hablar con alguien te ayude ¿Tus amigas? — levanta la vista y me mira

— No, ellas no están para perder el tiempo con mis tonterías.

— ¿Tonterías? Nada que te tenga triste son tonterías Lola — Esta Lola no la conocía. Descubro una Lola triste, que su vida no es tan de color de rosa como te vende a simple vista.

Enséñame a volarWhere stories live. Discover now