Capítulo 4: Louis y Harry

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Hay un aroma en el aire que los hace sentir seguros.

Hay un aroma que se filtra por sus fosas nasales y llega hasta sus pulmones. Louis se llena del aroma a frutos, lo siente en cada parte de él y su alfa está más que encantado.

La habitación huele a ellos, las mantas huelen a ellos y las almohadas también. Hay ropa tirada en el piso y una fresca brisa mañanera entra por la ventana, el sol está en lo más alto y un suave rayo entra a la habitación e ilumina los suaves rizos de Harry.

Harry, quien descansa sobre el torso de Louis, con la mejilla pegada a su pecho, sus pestañas hacen cosquillas en la piel del castaño, pero el alfa solo observa su rostro suave y tiene tantas ganas de besarlo. Sus labios lucen rojos y apetecibles y todavía tiene el sabor a fresas en la punta de la lengua, pero Louis quiere más.

Acaricia suavemente, por debajo de la camiseta, la espalda de Harry de arriba abajo. Pasa su mano por toda la extensión de piel tibia y cuando llega a la curvatura de su trasero, vuelve a subir porque no cree que debería tocarlo sin su permiso, así que aleja su mano, aunque desea apretar la tierna carne.

El alfa fue el primero en despertar, sabe que nunca ha dormido mejor, porque ahora lo hizo estando con un cuerpo pequeño y caliente a lado de él.

Aún recuerda la noche anterior.

Louis recuerda el cuerpo de Harry, como sus manos encajaban bien en su cintura. Recuerda sus caderas, sus muslos y sus piernas rodeándolo. Recuerda sus labios y sus manos suaves, recuerda todo lo que puede hacer con su boca. Recuerda los gemidos, suaves y altos.

Sus ojos se cierran por un momento y lo único que ve es el rostro sonrojado del omega. Lo ve debajo de él, lo ve sudado y con los ojos brillosos, lo escucha jadear y se siente real de nuevo.

Tal vez debería dejar de pensar en eso.

Y es que simplemente no puede dejar de pensar en Harry. El omega del que está enamorado, el chico que ahora duerme sobre él.

Y ahí, en esa tenue y dulce habitación, Harry parece su omega. Su alfa lo reclama, él no lo entiende. Lo desea tanto que es imposible mantener sus manos quietas un solo segundo, pero se siente como si fuese suyo y no sabe qué tanto le gusta ese sentimiento.

Escucha un suave ronroneo justo cuando el cuerpo del omega se remueve encima de él y lo que ve después lo tiene sonriendo como un idiota mañanero.

Hay un puchero en los labios del más bajo, sus ojos están entrecerrados y su cabello está bastante desordenado, pero sigue luciendo maravilloso. Y cuando Louis aspira profundamente, se da cuenta que también huele maravilloso.

Harry talla sus ojitos un momento antes de parpadear y abrirlos por completo, el rostro sonriente de Louis fue lo que terminó por sonrojarlo.

—Buenos días, cariño— saluda el alfa.

Harry piensa que está soñando, Harry cree que sigue viviendo en una ilusión porque esto no puede estar pasándole.

Su voz no sale, parece haberse quedado sin habla porque él en verdad quiere decir algo, lo que sea. Pero no encuentra su voz y él pasa de sonrojarse a palidecer porque de un momento a otro llegan los recuerdos borrosos de la noche anterior.

Louis. Él. Él y Louis. Louis y él.

En su habitación, en su cama. El alfa anudándolo.

Harry quiere desaparecer. Así que se levanta torpemente de la cama y por suerte, está vestido.

Louis no entiende el cambio del omega, pero nota un ligero toque amargo en el aire y algo le dice que Harry no está del todo bien. Cuando se reincorpora en la cama del rizado, este da un paso hacia atrás.

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