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Akaza aparcó su motocicleta puntualmente en el mismo sitio en el que se detenía todos los jueves a las ocho en punto de la noche. Sus subordinados y sus compinches sabían perfectamente sobre aquella rutina y tenían prohibido entrometerse o interferir, pues sólo una orden del jefe Muzan podía interrumpir aquel ritual del hombre de cabellera rosada vestido con chaquetas y botas de cuero negro.

El motociclista jamás deseaba perderse la vista del hombre que más le interesaba en el mundo. Todos los jueves a las ocho de la noche, el respetable y querido profesor Rengoku Kyojuro del Instituto Kimetsu caminaba hacia su apartamento después de haber impartido lecciones al club de kendo.

Kyojuro poseía una percepción aguda y estaba plenamente consciente de la rutina semanal de Akaza la cual se continuaba repitiendo desde hacía varios meses atrás.

El profesor de historia y tutor del club de kendo se acercó al motociclista y lo miró con desafío y cierto tinte de acritud.

— Acosador ... — le espetó Kyojuro.

El pandillero de cabellera rosada sonrió juguetonamente.

— ¿Saldrás conmigo, Kyojuro?

Los ojos dorados del profesor lo miraron directamente como dagas poderosas y penetrantes.

— No, ya te lo he dicho muchas veces.

El motociclista bufó y continuó mirando a Rengoku con deleite.

— Cuido a tus chicos. Sobre todo a tus favoritos: Kamado, el jabalí y el rubio ¿Por qué no sales conmigo como gratificación?

— ¿Es una amenaza?

Akaza sonrió ampliamente mostrando sus colmillos.

— De ninguna manera, profesor.

Kyojuro le dio la espalda y continuó su camino hacia su apartamento. El motociclista se deleitó con la vista del trasero de Rengoku hasta que este desapareció tras doblar en una esquina.

 El motociclista se deleitó con la vista del trasero de Rengoku hasta que este desapareció tras doblar en una esquina

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Rengoku sintió que volvía a respirar tras cambiar de calle. Había conocido a Akaza de modo fortuito meses atrás. Lo halló herido sobre la acera, al parecer había sido atacado o, más bien, había perdido una pelea callejera común entre pandillas.

Kyojuro le ofreció ayuda de inmediato y Akaza la aceptó, embelesado con la belleza masculina de aquel; desde entonces, el respetado profesor del Instituto Kimetsu consiguió un nuevo admirador, uno excesivamente persistente y acosador.

Al principio Rengoku intentó disuadirlo amablemente, pero el pandillero, quien era además pocos años menor que él, sólo demostró que estaba firmemente convencido de que él y Kyojuro estaban hechos el uno para el otro. Así que el profesor comenzó a rechazarlo con más firmeza, pero sus intentos parecían ser completamente inútiles.

Lo más irritante para el rubio era que el motociclista sí había logrado llamar su atención desde el primer momento aunque Kyojuro se resistiera con toda su fuerza de voluntad; después de todo él era un profesor de instituto y aquel por muy poco podría ser uno de sus alumnos.

En la víspera de Navidad [Akaza x Kyojuro]Where stories live. Discover now