Y a pesar de que rompo el contacto en una milésima de segundo, lo que hubo es suficiente para retroceder al pasado y que cada recuerdo de él se identifique en mi memoria; las sonrisas, los días de escuela, los abrazos...el engaño.

Todo regresa tan deprisa y tan rápido que se asemeja a una bola gigante dispuesta a tumbarme de un solo golpe.

No obstante, el golpe nunca llega a golpearme la cara porque unas manos posicionándose sobre mi cintura y manteniéndome a su lado me distraen completamente. Giro mi cabeza para ver que esas manos le permanecen a Damian y con la misma tensión que yo, mira a Fredd con la mandíbula apretada.

—¿Qué tal estás, Fredd? —lo saluda sin expresión en sus palabras cuando este se acerca a saludarnos.

—Hey, Quinn—me saluda con una sonrisa sumamente incómoda, intento mantener la postura aunque esto me cuesta de manera desmesurada.

Mis hombros se enojen luego de soltar un pequeño "que tal"

—No me esperaba volver a verte —copia mi gesto y se encoge de hombros. Damian sigue sin apartarse de mi lado, me gustaría decirle que no es necesario y que yo puedo manejar sola la conversación con el ex-novio que me engañó por varios meses, pero la realidad es que no estoy del todo segura de poder sobrellevarlo.

—Me fui a Italia, ¿lo recuerdas? —mascullo cruzándome de brazos—Ahora volví para las fiestas.

—Ya veo, me alegra que hayas vuelto —mira de reojo a mi acompañante —Feliz navidad entonces.

—Gracias, lo mismo digo — aprieto con fuerza los costados de mis brazos, el hace un gesto con la cabeza y da un paso para alejarse —. Envíale saludos a tu madre... y a tu nueva novia.

Se detiene en seco.

Me arrepiento enseguida de haber dicho lo que dije solo por despecho.

Al instante se da la vuelta para acercarse de nuevo. Cuando acorta la distancia y lo tenemos una vez más pocos centímetros de nosotros, veo el rastro de culpa y vergüenza en su mirada.

—Sé que te debo una disculpa, me comporté como un patán contigo —se lleva la mano izquierda al cuello intentando ocultar la incomodidad —. Debí de ser honesto desde un principio y no haberte ocultado la verdad. Fue un error gravísimo de mi parte, y me arrepiento todavía más de lo que te dije la última vez en el aeropuerto, fui un imbécil.

Titubea antes de continuar, pero al final cierra la boca y no dice nada, se queda en silencio esperando una respuesta de mi parte. Y aunque mi parte racional dice que la mejor opción es mandarlo a la mierda, mi otra parte más sentimental decide no hacerle caso.

—Acepto las disculpas, claro que sí. —eso parece sorprenderle —Después de todo lo que vivimos no puedo odiarte, me hiciste muy feliz durante esos dos años de relación. Lamento que todo se haya torcido y que terminemos así, pero no te guardo rencor.

Tuve una gran necesidad de estrecharle la mano y decirle que todo quedaría bien entre nosotros, pero también sentí que con mis palabras eso ya había quedado claro, que no faltaba más. Asiente todavía apenado y vuelve a desearnos felices navidades antes de despedirse otra vez.

Solo que esta vez es una despedida definitiva, porque desaparece por el pasillo y ya no lo volvemos a ver más mientras que seguimos nuestra tarea de comprar los regalos.

—Eso fue valiente —me felicita el oji-gris luego de salir de la tienda con un par de bolsas en mano.

—Me gustó haberme encontrado con él, era justo lo que necesitaba para cerrar ciclo.

Me paso una de las bolsas que llevo en la mano izquierda hacia la derecha para que podamos llevarla entre ambos.

—Creo que tengo el obsequio perfecto para felicitarte.

Cuando nos convirtamos en estrellasWhere stories live. Discover now