María alexandra era una chica del año 2021 que había terminado enfermería con tanto esfuerzo, sus "amigas" decidieron irse a un acompañamiento para festejar su maximo logró, aunque para María no quisiera ir, sin embargo algo cambia cuando una de ell...
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Cuando María supo que tenía el harem bajo sus manos, sabía que su padre la puso a prueba, por un segundo sabía que había ido demasiado lejos pero pensándolo bien.
Esto es una buena idea.
para controlar un harem tenía una gran responsabilidad, esto era algo serio.
Sin embargo había algo que la preocupaba.
Iskender.
Ese era la preocupación de María, hace días que iskender no la va a ver en la cocina secreta y te preguntarás que es eso?.
María lo llamo así a un viejo cuarto donde se la pasaba comiendo junto tice, sin embargo un dia iskender quería dormir pero no conto que María están ahí saboreando unos dulces.
Fue así como ambos comenzaron a conocerse mejor y de este modo a enamorarse mas, pero ahora que María era dueña del harem se le hacía muy complicado buscarlo.
El cuadro que le había dibujado yasemin había terminado, por fin tenían el hermoso cuadro de la sultana mihirmah.
-es muy hermoso!- comentó tice cin alegría a lo que María sonrió.
~es muy lindo.....pero hay que guardarlo.~ tice asintió y corrió a hacerlo.
En ese cuadro se podía reflejar la belleza de la sultana, por fin después de un tiempo lograría que mihrimah fuera la dueña del mundo entero.
Mientras tanto con iskender, este miraba el horizonte desde el balcón, estaba tan perdido que no dio cuenta de la presencia de yasemin.
-iskender.- ante su llamado, el mencionado volteo a ver a yasemin.
-que quieres?-
-la pintura de acabo y el sultán me ha dicho que compres mas por mí.- iskender suspiro cansado que estaba por irse pero yasemin le extendió una hoja.-es un regalo.-
Antes de que iskender le pudiera decir algo, yasemin se había ido, a lo que iskender no quedo mas que abrir aquella hoja.
Aquella hoja era un dibujo precioso de María quien estaba rodeada de flores blancas, portaba un precioso vestido azul que se perdía entre las flores.
Iskender no evitó soltar un suspiró al ver la preciosa foto, fue ahí cuando pensó.
