-Iré, pero ten en cuenta que esto no te saldrá nada fácil.-Amenazó acercándose al cuello del menor, aspirando su delicioso olor a miel y chocolate. Tanjiro pegó un saltito nervioso, quería salir de esa extraña situación.

-¡S-si!-No podía controlar bien su equilibrio, temblaba cual gelatina. Sentir su respiración en su cuello le ponía los nervios de punta, rápidamente se alejó al ver como quería volver a acorralarlo, dio una reverencia y salió rojo cómo un tomate dejando solo al mayor, quién mordió su labio mientras formaba una sonrisa.

-¿Que quieres?.-

Narrador protagonista. Tanjiro Kamado.

Solté un suspiro, estaba muy agitado. ¿Que había sido eso? Sus mejillas le ardían de lo rojas que se encontraban, estaba tan avergonzado, apenas iba en la primera hora y ya quería irse a casa. Siento que si vuelvo a encontrarme con Sanemi sensei no iba a poder escapar y lo peor es...

-Que no lo voy a poder resistir.- Murmuré sentándome en una banca solitaria bajo un hermoso cerezo, sostuve mí rostro con ambas manos, quería que esos recuerdos desaparezcan. Sacudí mí cabeza con fuerza, las dudas y preguntas no me dejaban pensar, aún más con aquellos sentimientos que jamás había experimentado.

-¡Oe Monitsu! ¡Pelea conmigo!.- Un fuerte grito logro sacarme de mis pensamientos, subí mí cabeza captando a dos chicos a varios metros de mí.

-¡Ya te dije que no quiero!- Negó con otro grito Monitsu para luego empezar a correr por todo el patio siendo seguido por el otro chico el cual le pareció extraño pues tenía una gran máscara de jabalí y mantenía su camisa abierta exponiendo su gran físico.

Que extraños.

Volví a bajar mí vista solo que está vez por el fuerte sonido de mis tripas pidiendo el almuerzo. Mordí mí labio inferior, había dejado mí lonchera en mí bolso y me niego a volver por él, suspiré para observar el hermoso paisaje silencioso en que se encontraba, pues los chicos parecían haberse esfumado. Decidí ignorar mí hambre por tan solo unos minutos pues mí estómago volvió a resonar.

-¿Oye tienes hambre?.- Una voz se escuchó detrás mío lo cuál me hizo exaltar, rápidamente voltee e hice presión con ambas manos en mí pecho, pues me había dado un horrible susto. Detrás de la banca de la cuál me levanté de se encontraban los chicos de antes observándome fijamente.
Solté un saltó nuevamente cuando el de la máscara extraña le dio un puñetazo con fuerza al de cabellos rubios.

-¡Lo asustas con tu cara fea!.- Lo acusó a lo que el otro lo miró con una cara incrédula.

-¡¿Yo asustarlo?! ¡Su tú eres quién tiene esa horrible máscara, idiota!.- Y así volvieron a discutir, aún con mí corazón alterado me acerqué hacía ellos, pues parecía que su "pequeña discusión" iba a pasar a una pelea.

-Esto...- Balbuceo buscando llamar su atención pero al parecer estaban muy adentrados en lo suyo. Suspiré para volverlo a intentar, di unos cuantos pasos mas logrando así captar su atención, todo parecía ir bien hasta que nuevamente se quedaron observándome a lo que inevitablemente me coloqué nervioso.

-Ehm...yo- El ruido de mí estómago interrumpió mis palabras, no hacía falta verme en cualquier reflejo para saber que mí cara de tornó roja, bajé mí rostro al suelo pues no quería que vieran lo ridículo que soy.

-¿Entonces?- Aquella voz que lo asustó anteriormente volvió a preguntar a lo que no pude negarme, asentí levemente sin mirarles al rostro.

-¡Te dije que tenía razón, ven vamos a la gran reserva del rey de las montañas!.- Luego de que terminase ésa frase agarró con firmeza mí mano, subí mí cabeza desconcertado. Entrecerré mis ojos y me dejé guiar por el de la máscara que se llamaba así mismo rey de las montañas.

El deseo de corromper Where stories live. Discover now