No pude aguantarlo más. Solté una carcajada sonora.

— Dios. — reí. — Qué ridículos se ven.

Los gemelos fruncieron el ceño.

— ¡Hey! — exclamó Olivia.

— Ignórenla, chicos. Como ensayábamos. — dijo Michael.

Comenzaron a cantar otra canción de cumpleaños. Los gemelos soltaron las bombas de confeti, entonces, todos se acercaron a mí, y comenzaron a abrazarme y a felicitarme, uno por uno. Primero mis padres, luego los gemelos, y finalmente Michael.

— Feliz cumpleaños, hermanita. Te amo, y... lo siento. — me dijo al oído.

— ¿Hmm? ¿Por qué lo sientes? — inquirí, con el ceño fruncido.

Se apartó solo un poco de mí. Fue demasiado lenta para procesar lo que iba a suceder. En pocos segundos, y antes de que pudiera reaccionar, mi hermano me estrelló en la cara un pie tibia, lleno de glaseado.

Solté un chillido. Escuché las risas de todos los presentes, en especial la de Michael. Me pasé las manos por la cara, intentando quitarme el glaseado del pie de los ojos.

— ¡Felices dieciocho, hermanita! — exclamó Michael.

Lo miré con el ceño fruncido.

— Voy a matarte. — gruñí, escuchando las risas de los demás.

— No lo creo. Eh, tomémonos una foto.

— ¡Me agrada! Esto merece una selfie. — se carcajeó Olivia. — ¡Feliz cumpleaños, rojita!

(...)

Me terminé de lavar la cara, logrando quitarme todo el glaseado del rostro, aunque incapaz de poder quitarme aquel que se me había pegado en el pelo. Salí del baño limpiándome con una toalla, y encontré a los gemelos echados sobre mi cama, tecleando algo en su ordenador.

— Quita. — dijo Oliver.

— Ni lo pienses. — contestó Olivia. — ¡Oliver!

Oliver tocó una tecla, y entonces, levantó las manos al aire, a modo de victoria. Olivia se enfurruñó, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

— ¡No es justo! ¡Me quitaste del camino! — gruñó.

Él alzó los hombros, restándole importancia.

— Tú también eres una tramposa, así que estamos a mano. — respondió. Entonces, se fijó en mí. Sonrió. — Eh, Max salió.

Olivia me miró. Su ceño se relajó un poco.

— Eh, hola, rojita. Veo que te quitaste el glaseado. — se burló. Oliver y ella rieron.

— Ja, ja. Muy chistosa. — contesté. — ¿Qué hacen?

— Oh, esperábamos que salieras para decirte que ya tenemos planeado a donde ir. — contestó la castaña.

Fruncí el ceño. — ¿Dónde ir? ¿Cuándo planeamos una salida?

— Oh, pero no hay que planearla. Es tu cumpleaños, eso es un plan fijo. — respondió.

— Y no solo tú cumpleaños. Tú cumpleaños dieciocho, felicidades, Max, ya puedes entrar a las discotecas. — corroboró Oliver.

Mi ceño se ahondó.

— Ah. ¿A dónde iremos? — inquirí.

— Wow, primera vez que te noto positiva para salir. — se burló Olivia. — No sé si ya te lo hemos dicho, pero Oli y yo volveremos a Inglaterra en dos días, así que no solo celebraremos tu cumpleaños, sino nuestra última salida aquí. En conclusión, debe ser más que divertido. Mi tarado hermano encontró un bar precioso en Brunswick, al lado de un bonito largo.

Deseos prohibidos [SIN EDITAR]Where stories live. Discover now