10 | La espera

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Kaylee

No reacciono enseguida, cuando lo hago le devuelvo el beso con la misma intensidad, rodeo su cuello con mis brazos y Aidan estrecha mi cintura. Nuestros labios se buscan, nos besamos con desesperación, nos devoramos como si estuviéramos hambrientos y fuéramos la comida del uno para la otra.

Abro un poco los labios y recibo con gusto su lengua inquieta que enseguida comienza a moverse con la mía, siguiendo su propio ritmo. Enredo mis dedos en su cabello y él aprieta su agarre en mi cintura.

El beso es húmedo y sensual. Su lengua juega con la mía, nos provocamos mutuamente. Sin palabras nos transmitimos la tensión que hemos sentido en muchas ocasiones y lo que quisiéramos hacer si no estuviéramos en el campo de la universidad. Ninguno rompe el contacto e intentamos estar más cerca. Nos seguimos besando hasta necesitar aire. Dejo de rodearle el cuello con los brazos y él mantiene el agarre en mi cintura.

Nuestras frentes se juntan, nuestras respiraciones se mezclan, nuestras miradas conectan y sonreímos.

Aparece el hoyuelo en la mejilla de Aidan y de nuevo pienso que es la sonrisa más hermosa.

Mi corazón da un vuelco y rompo el contacto. Enseguida siento la ausencia de las manos de Aidan y la excitación desaparece. Vuelvo a escuchar el ruido de mi alrededor: voces, risas, fragmentos de conversaciones.

—Debimos haberlo hecho hace mucho tiempo —la sonrisa en su rostro se ha vuelto seductora. Sus ojos conservan el brillo de deseo y sus labios están hinchados. El uniforme blanco y negro deja resaltar ese cuerpo musculoso.

Es una imagen que quiero conservar.

—No estoy de acuerdo. La espera hizo que fuera mucho mejor —sonrío con arrogancia.

Aidan sin saberlo me ha dado la oportunidad de no pensar en porqué me aparté de su agarre y porqué mi corazón dio un vuelco.

—Tienes razón —se acerca hasta que no queda separación y lleva su boca a mi oído—. ¿Sabes que quiero hacerte? —susurra—. Quiero enseñarte que tan bueno soy en lo que hago, darte placer, llevarte al límite y hacerte gritar mi nombre —su voz suena ronca.

—No son palabras apropiadas para este lugar.

—Podemos ir a otro.

—Me encantaría.

Me estoy dejando llevar igual que él.

En mi mente solo hay imágenes de Aidan y yo desnudos, besándonos y dándonos placer.

—Tal vez otro día —se aparta y hay una sonrisa arrogante en su rostro —. La espera hará que todo sea mejor —me hace un guiño.

Idiota.

—Ya veremos. —Mientras lo digo la imagen de Aidan desnudo es remplazada por la de las cicatrices en mis brazos y el inicio de mi excitación desaparece.

Recuerdo la razón de que no haya follado con nadie desde las vacaciones. Si no quiero que Aidan las vea no dejaré que pasemos de los juegos previos. Algo más que jodí por una mala decisión.

—Deberías irte a duchar —cambio de tema.

—¿Esa es tu manera sutil de decir que huelo mal? —bromea.

—Un poco sí —me encojo de hombros.

Aidan niega con la cabeza divertido.

—No te vayas sin mí, mimada.

—No lo haré, arrogante.

Ayer acordamos que después de cada partido nos iremos juntos, ya sea en su todoterreno o en mi auto, esta vez me toca conducir.

Fingiendo AmarnosWhere stories live. Discover now