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Amanecieron juntos.

Ella llevaba puesto la remera ajena mientras preparaba el desayuno. Y él tomaba una ducha en el baño.

Su noche había sido una locura, pensó mientras comía.

Había cumplido su capricho de ser tomada por él y ahora solo quedaba un día... Un día para que Courtney volviera a su ciudad y un día para que volviera a su rutina aburrida de chica perfecta.

Hoy iban a salir a una fiesta, y mañana tendría que viajar.

Ella no se lo había dicho, tampoco lo sintió necesario.

La fiesta ya había empezado cuando llegaron, no conocía a nadie pero no importaba, en su mundo solo eran el y ella.

Pero sus planes se vieron frustrados cuando al ir al baño lo perdió de vista, su maldita vejiga lo hacía otra vez...

Lo busco, el la había traído a ese lugar y el la llevaría a casa, bueno no era una casa, pero el punto se entiende.

—¿Duncan?— murmuró, creyó haberlo visualizado no muy lejos, no estaba solo...

Tranquila, Courtney. Tu y él no son nada.

Internamente gritaba al verlo con otra, los dejo solos, ella mejor fue a buscar algo de beber.

Su mirada alcoholizada viajaba de un lado a otro con mareos, se encontraba sentada en un rincón, entre sus dedos un cigarrillo y su mentón apoyado en sus rodillas.

Te odio...

Ni siquiera tenía el derecho a estar enojada con él, porque específicamente ellos no eran nada, entre ellos solo hubo una noche de sexo y ya.

—Te odio porque no somos nada...— murmuro dolida.

—¿A quien odiamos?.

Courtney casi pega un grito del susto, el cigarrillo y el vaso que se encontraba a su lado terminaron esparcidos en el suelo.

—No... No es nada.

—Oye... ¿quieres irte?. Te llevo hasta tu casa, me prestaron un auto.

¿Me llevas y que hay de ti? Seguro vuelves aquí y olvidas lo nuestro...

—Si...

Porque la verdad nunca nada fue importante...

El viaje en auto fue en silencio.

—¿Mañana quieres ir al acuario?.— la invitó, parando en un semáforo y prestándole toda su atención.

—No tengo tiempo.

Eso sonó demasiado cortante, pero solo era una ebria, una ebria hablando enojada y sin motivo.

—¿Estás enojada conmigo?.

Si.

—No.

—Vamos, si te deje sola es para que hicieras más amigos— su vista volvió al frente, retomo el volante, una mano ahí y la otra acercándose lentamente hasta el muslo femenino.— No pensé que te dormirias en un rincón jaja.

Frunció sus cejas.

— Mañana me voy, estoy cansada.

—¿Te vas? ¿A dónde?— estaba confundido.

—Me voy, Duncan. Me voy a mi casa, a mi ciudad, con mis padres.

El móvil se detuvo en seco.

—¿Por qué no me lo dijiste?.

—¿Decirte qué?— se cruzó de brazos, esas eran sus cosas, el no debería saberlas si ella no quería.

—No sé, talvez que no eras de la ciudad, que venías de visita o que lo nuestro solo fue algo para divertirse un rato.

—¿Lo nuestro?— pregunto en tono de burla— En la fiesta la palabra nuestro ni siquiera existía en tu cabeza.

Duncan se peino desesperado el cabello.

—Si te estás dirigiendo o hablas de Gwen es solo una amiga.

—Si, claro. Y yo soy una estúpida.

Se canso, abrió la puerta del auto, volvería caminando, si es que era posible, para no hablar de eso con el.

—Sube, hablemos, porque no te estoy entendiendo nada.

—¡Vete al diablo!.

—¡Te estás comportando como una loca!. ¡Cálmate!.

Courtney frunció aún más las cejas y pateó la puerta de metal mientras exigía que se largue, que la deje sola.

Duncan tras ver qué la situación no iba a cambiar simplemente se fue.

Ahora ella estaba sola, con ropa holgada y en un lugar que no conocía.

— ¡TE ODIO!.
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Sweet-Danielle

Locura | Ducney |Kde žijí příběhy. Začni objevovat