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—La habitación es hermosa— susurró observando el lugar, era pequeño, pero estaba bien decorado.
Casi la hacía creer que debería cobrar más por alojarla. La habitación se dividía en dos, uno era el baño, se encontraba en una esquina. Y lo otro que quedaba tenía, una cama, un televisor, una cocina, arriba de esta un estante, una heladera, un lava manos y una mesa.
Los colores combinaban.
— Aquí dejo tus llaves— y se escuchó el metal chocar con lo que imagino era la mesita de luz.— Si encuentras un problema no dudes en llamar— y la encargada del lugar se retiró.
Courtney aún se encontraba de espaldas, admirando todo.
Busco entre sus cosas su teléfono y tomo unas cuantas fotos, su mamá le pidió recuerdos y ella le llevaría todo.
El sonido de la puerta la asustó un poco, acomodo su bolso en el suelo y salió a atender.
—Mañana, a las 10, en la entrada y salida del hotel— rápido y directo, esa era su invitación.
—Bien.
—No lo olvides, te estaremos esperando— y con una sonrisa boba corrió hasta la puerta vecina, tenía que llamar a todos sus amigos.
Courtney río un poco, él lo había planeado todo y aunque no hablarán mucho, le tenía algo de aprecio. Ella no era de salir, pero el igualmente se tomó la molestia y la invitó a eso, ahora que estaba ahí no iba a fallarle.
Un festival...
Aún no podía creerlo, algo que siempre juro de adolescente, es que jamás se comportaría como los demás, a ella no le llamaba la atención beber, fumar o salir de fiesta en fiesta.
Ahora a sus 21 sentía que su juventud se perdió y sin esperar más decidió retroceder, ya no perdería más tiempo.
Por eso acepto, por eso salió de la ciudad y por eso disfrutaría de ese festival, festival de música.
Tomo una ducha rápida y luego descanso un poco, mañana comenzaba su diversión, mañana comenzaba su locura...
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Sweet-Danielle
