— Entonces, enhorabuena —Sara se levanta y se acerca a Bryan. Éste se levanta también y se abrazan. —Cambias de curro y sientas la cabeza.

— Eso parece. —Bryan respira por primera vez desde que entró por la puerta. —Reconozco que estaba nervioso por ti —me mira. Pero veo que al ver mi reacción se ha relajado.

— ¿Por mí?

— Si, bueno sé lo poco que te gustan los cambios y ahora tendrás un compañero nuevo, y sé que te vas a poner nervioso.

— ¿Nervioso yo? Venga Bry que no tengo 15 años. – A veces creo que tengo hasta menos. Pero eso no se lo voy a decir.

— Bueno, a veces, lo pareces —Pelayo siempre tocándome los... Ya sabes. Le tiro un trozo de pan que había en la mesa y le doy en toda la cara. ¡Tooma!

Todos se ríen y la cosa se calma un poco.

Después de unas veinte cervezas cada uno, menos yo que paré en la quinta y voy sereno, como siempre, deciden que es mejor seguir la fiesta en un bar.

— Yo, no voy, chicos. Pasadlo bien. —Mejor me quedo en casa. Total, es viernes y la discoteca del pueblo estará llena de niñatos borrachos.

— Venga —Bryan va algo perjudicado —Necesito a mi compañero para despedirme. No saldré sin ti.

— No me jodas Bry. Sabes que...

— En esos sitios te agobias. Ya, lo sabemos todos. —Sara me coge de la mano y tira de mí, sin darme muchas más opciones. Pelayo se acerca por detrás de mí y me empuja también.

— En serio, no quiero ir. ¡Joder!

— Deja de decir palabrotas —Sara de nuevo. Qué pesada se pone cuando bebe.

Total, que al final, ¿Dónde estoy? En la maldita discoteca, seguro que ya te lo imaginabas. Y seguro que también te imaginas la escena. Si no, te la cuento yo. Somos el típico corrillo de cuatro tíos y una tía. Todos borrachos menos yo, aguantando sus voces, porque ir borracho incluye que piensas que los demás están sordos. Sus escupitajos cuando hablan. Puto asco. Y sobre todo a Sara magreándose contra mí cada vez que puede. Su excusa, la música ¡Es que se baila así! Dice. Estoy por meterla en el baño y encerrarla allí. También podría largarme, pero los muy cabrones saben, que no los dejaré solos en este estado. De repente una chica se choca conmigo y me tira por la espalda una copa. Porque a los que no bebemos nos pasan estas cosas. Me giro y...

¡La virgen de los desamparados! ¿¿Qué??

— Perdón —la niña levanta la vista y se queda más blanca que yo.

— ¿Lucía? —Sí, querido lector aquí en carne, hueso y cero ropas está mi sobrina. Borracha y enseñando hasta el desayuno.

— ¿Tío? —frunce el ceño — ¿Tú que haces aquí?

— Eso, jovencita, debería preguntártelo yo a ti ¿No crees? — la agarro del brazo.

— Tío, solo he salido a dar una vuelta con unos amigos.

— ¿Amigos? ¿Cuáles? Tienes 15 añ... — Se lanza a taparme la boca. De repente un chico se acerca por detrás con mala cara.

— ¿Te molesta este viejo, Lucy? — ¿¿Lucy?? Mi sobrina abre los ojos, mira al chico y luego a mí. Niega con la cabeza dándome a entender que me calle la boca. Pero es que una rabia me sube por todo el cuerpo y creo que voy a empezar a escupir mierda por todos lados.

— No, es... que, yo... Le he tirado la copa por encima sin querer, Yo... — Mi sobrina se excusa y me mira suplicante. Voy a hablar, pero el chaval que tendrá no sé, 30 años por lo menos le come la boca delante de mí. ¡Me cago en...! La cojo del brazo y la aparto del chico.

Enséñame a volarWhere stories live. Discover now