Llaman al timbre. Estamos en mi casa para tomar unas cervezas. Solemos venir a mi casa. Tengo una sala habilitada con un billar, la consola y sillones. Me levanto y voy a la puerta. Bryan está al otro lado.

— Hey. ¿Qué haces aquí? — le miro extrañado. Alguna vez Bryan ha venido a mi casa a tomar algo. Pero de normal no es así.

— Bueno tengo que contarte algo. — su cara es seria. Me preocupa.

— Pasa. Estoy con éstos tomando algo. ¿Todo está bien?

— Sí, Tranquilo, no es nada malo.

Entramos y todos al verle le saludan pues todos le conocen. Se sienta en el sofá.

— ¿Una birra? — asiente con la cabeza y comienza a charlar con los demás.

Le traigo la bebida. Y me siento en el sofá.

— Yo digo que dos meses. —Sara apuesta a que eso es lo que Andrés va a durar con su nueva novia.

— Uff, yo creo que duran conviviendo un par de semanas. – Bryan habla.

— ¡Joer! Ten amigos para esto. Iros a la mierda todos. —Andrés nos hace una peineta y se recoloca en el sillón.

— Bry, ¿Qué tienes que contarme? —Mis amigos se callan y nos miran atentamente. Prefiero cortar la tensión antes de que lo de Andrés llegue a mayores y acabemos discutiendo. Si algo odio son las discusiones.

— Ya... ¿Recuerdas a Caroline? – Bryan se retuerce las manos, nervioso.

— ¿La americana? —Bryan asiente.

Caroline es una chica con la que Bryan se acuesta siempre que quiere. Trabaja de azafata y ha coincidido con nosotros en varios viajes. Mi compañero siempre ha sentido debilidad por esa chica y pierde el culo cada vez que ella le avisa que está en la misma ciudad. Deja al conquistador que lleva dentro para convertirse en el tipo romántico y sensible que nunca se permite ser.

— ¿Qué pasa con ella?

— Se ha ido a vivir a Berlín. Bueno, lo hizo hace unos cinco meses. Y... he pedio el traslado a la misma aerolínea que ella.

— Lo has ¿Pedido? – ahora si que me caigo de culo. Menos mal que estoy sentado.

— Bueno, lo pedí. Hace cinco meses. —agacha la cabeza —Y... me lo han concedido.

— Sabes que es una locura ¿no? – es cierto que Bryan siempre ha tenido debilidad por esa chica, pero se ha seguido tirando todo lo que se mueve este tiempo. No concibo que deje toda su vida por una mujer con la que no tiene realmente nada. Pero no soy quien para juzgar su vida.

— Si, claro, soy consciente, pero, quiero irme con ella. Cuando estoy con ella, pierdo el norte. Cuando me dijo que se iba me dio mucho bajón. La escribí y he ido a verla dos o tres veces. Y bueno, quiero intentarlo.

— Ya. —No se me ocurre que más decirle. Esto significa que deja de ser mi compañero. Quizá suene egoísta, pero me he acostumbrado a trabajar con él. Y los cambios no los llevo bien. — ¿Tu último vuelo?

— No hay próximo vuelo. Me han llamado esta mañana que en dos días vuelo a Berlín. Caroline dice que le hace mucha ilusión que vayamos a vivir juntos.

— Yo, me alegro por ti. – En parte es cierto. Aunque seguro que lo veo más claro en unos días.

— ¿Seguro? —Veo que Bryan me mira, receloso de mi respuesta.

— Bryan. Tú debes hacer tu vida. Entiendo que quieras irte allí con ella. Bueno no lo entiendo, pero te respeto. Yo conseguiré otro compañero. Y seguro que es mejor que tú. —le guiño un ojo. El controlador, maniático que llevo dentro se está tirando de los pelos ahora mismo. Pero... yo mantengo la calma. No puedo obligar a nadie a quedarse a mi lado.

Enséñame a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora