Vodka

46 9 0
                                    

ADVERTENCIA: contenido sensible, leer bajo su propia responsabilidad.




Yunho conoció a un pelirrojo en la fiesta. Era joven, como diez años menor que él. Su cintura inquieta lo invitaba constantemente a acercar las manos.

Estaba borracho, y gritaba como si celebrara su propia fiesta. Yunho debía aprovechar su oportunidad.

(Una mujer y su hijo pequeña llegaron a la ciudad, huyendo de un hombre que los maltrataba. Venían de un pueblo cuyo nombre era desconocido para las personas; no conocían a nadie, no tenían refugio, se encontraban indefensos, pero al menos estaban juntos, madre e hijo. Aquel hombre no volvería a lastimarlas).

Yunho, después de su rutina de palabras bien acomodadas, convenció a al pelirrojo de ir a un lugar más privado. Abrió la puerta del departamento y el chico entró llenando el espacio con sus risitas coquetas. Yunho admiró sus piernas y la luna que se asomaba por su escote. Todo eso sería para él aquella noche.

(La mujer y el pequeño no tenían a donde ir. El niño le preguntó a su madre si estaba triste, y ella le respondió un tímido «No» acompañado de una sonrisa forzada. Al caer la noche, se refugiaron en un autobús fuera de servicio. Sin embargo, tres jóvenes en busca de aventura los siguieron cautelosamente).

El pelirrojo se quitó las zapatillas con gesto grácil. No dejaba de gritar entusiasmado y de elogiar el departamento de Yunho. Encendido por la borrachera, el chico hacía comentarios divertidos sobre los cuadros colgados en las paredes, los palos de golf acomodados en una esquina, y el pequeño, pero muy completo minibar. Entretanto, Yunho le besaba el cuello, estiraba la mano hasta alcanzar la superficie acolchonada de sus piernas y se reía de cada comentario. Cuando sus dedos casi llegaban a pasar por debajo de su camiseta, él le pidió un trago.

(La mujer acurrucaba a su hijo en uno de los asientos del autobús, cuando se percató de que tres chicos se acercaban. Levantó a su hijo en brazos y lo llevó al fondo del vehículo. Le ordenó esconderse y no hacer ningún ruido, ella arreglaría el problema. Los tres chicos subieron para imponer el caos, llevaban una botella de alcohol que se pasaban el uno al otro, comenzaron un concierto de obscenidades y disparates, a los cuales sólo ellos encontraban gracia. La mujer intentó apaciguarlos sin darse cuenta de que ella era exactamente lo que buscaban: una mujer frágil, indefensa y sola. Seis manos desgarraron su ropa mientras su hijo, oculto detrás de uno de los asientos del autobús, se tapaba los oídos).

Yunho saboreó nuevamente el cuello del pelirrojo y le murmuró una promesa erótica. El soltó una risita debido a la loca ocurrencia de Yunho, le acarició los hombros y le contó al oído una fantasía propia. Él sintió la sangre borbotear de excitación, apretó uno de los muslos del chico y se levantó a servirle el trago que él le había pedido.

(La mujer murió en el hospital a causa de una severa golpiza. Presentaba una contusión en el cráneo y hematomas por todo el cuerpo. Los oficiales recogieron al niño sin hacer esfuerzo alguno por consolarle. El pequeño pisó infinidad de orfanatos, pasando de tragedia en tragedia, sin soltar nunca de su memoria el rostro de tres jóvenes).

Yunho vaciaba vodka en un vaso mientras la emoción dibujaba sonrisas en su rostro. Tapó la botella, se acomodó el pelo, se secó la frente y dio media vuelta con el trago servido.

En ese momento, su cabeza fue impactada por un objeto desconocido. El golpe aterrizó muy cerca de sus ojos, nublándole la vista con un intenso color rojo.

Una vez en el suelo, el objeto siguió estampándose en sus piernas, pecho, brazos... en cada parte de su cuerpo que estuviera descubierta.

En medio de la vorágine, sólo alcanzó a distinguir la luz de la lámpara, una melena pelirroja y uno de sus palos de golf estampándose frenético contra él.

La muerte llegó pateando la puerta del departamento.

Después de largo rato, el pelirrojo soltó el palo de golf. Su mano temblorosa extrajo de su bolso una pequeña lista de papel. Con un bolígrafo, tachó uno de los nombres escritos.

Le quedaban dos...

Yungi  OneshotsWhere stories live. Discover now