—Calma muchacho, calma yo también estoy feliz de verte— Reía ante tantas atenciones y cariño por parte de can.

—Vamos Cerbero, no te comas a tu entrenador— Dijo entre risas Caronte viendo aquello, el pequeño muchacho después de la resurrección del Rey del Inframundo y la del gran guardián se había dedicado a querer entrenar y convencer a Hades había sido sencillo, pero el barquero a veces no se terminaba de creerlo —Y bueno que te trae a este sitio niño, hoy no es día de entrenar a Cerbero

—Oh bueno, quería saber si Hades estaba si no para directamente ir al laboratorio de Beelzebub— Comentó despreocupado mientras le daba cariño a una de las cabezas del can.

—Ninguno de ellos está aquí, Beelzebud lo vino a buscar temprano— Contestó con simpleza aún le sorprendía, era pequeño, lo más probable es que tuviera poca fuerza, aun así, había sido soldado matando a más de 500 personas en lapso menor a 100 días, pero lo tenía ahí enfrente haciéndole mimos a un perro demoníaco que fácilmente se lo podía comer de un bocado. La humanidad era de temer definitivamente habían ganado de manera justa.

—Bueno entonces no tengo nada más que hacer aquí, nos vemos— Se despidió dándole la espalda moviendo la mano. El perro solo hizo gemidos lastimeros al ver al de blanco irse.

—Muy bien no me queda de otra, tendré que ir allá— Se dijo a sí mismo mientras se dirigía al palacio de Poseidón, no quería seguir caminando el sol era molesto, eso hasta que una gran "nube" cubrió el cielo y mirando hacia arriba se encontró Quetzalcóatl el cual se dirigía a ese lugar —Mierda me ganará el hablar con Leviatán, no quiero hablar con los sirvientes— Sabia que correr no servirá de nada así mejor siguió caminando hasta llegar al gran palacio.

Entro y por suerte no había nadie llegó a alcanzar a ver a Quetzalcóatl irse junto a Leviatán, camino por los pasillos hasta llegar a la biblioteca, pero no había nadie ahí eso era extraño, si iba al palacio sabía que siempre podría encontrar a Poseidón ahí, pero en esa ocasión tal y como pensó no estaba.

—No lo encontrara por más que busque Hayha-Sama— Dio un respingo al escuchar la voz de uno de los sirvientes, había algo mal. ¿Lo estaba tratando con amabilidad acaso? ¿Poseidón les había dicho algo? —No piense mal de mi por favor hemos visto el trato de Poseidón-Sama hacia usted y los otros humanos por lo que hemos decidido ser amables, por cierto, él sabía que usted vendría a buscarlo, pero no nos dijo más—

Solo se rasco la cabeza confundido y agradeció el trato —Bueno entonces supongo que no me queda de otra que buscar a los otros— Estaba por irse hasta que se acercó a ver algunos de los libros que leía el Tirano, tenía la costumbre de intercambiar algunos libros con él. Le gustaba la perfección, pero sí que era muy desordenado con sus libros, así que los empezó acomodar, entre eso encontró una caja con las mismas características que tenía en la había recibido su uniforme solo que más pequeña, la abrió encontrando un pequeño pastel que le recordaba a Carelia, así que antes de secarse o se pusiera malo decidió tomarlo ahí, al menos el pastel venia con un tenedor dejo la tapa en la mesa y vio que tenía un mensaje

Ojalá disfrutes de comer a tu perro, así como cuando me diste un sándwich de atún

El solo soltó una carcajada ante lo que decía y decidió llevarse un poco del pastel a la boca —¡¡Que rico!!— Sus mejillas se colorearon ante el dulce sabor de aquel pastelillo. Cuando acabó se llevó la caja con las cosas que tenía dentro y la puso en su mochila.

—Muy bien, enfrentemos a esos cabrones— Salió del palacio dispuesto a encontrarse con el resto de Olímpicos

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Simplemente Simo HäyhäWhere stories live. Discover now