— No...—

— Te gusta arruinar la vida de los demás, ¿No es así?—

Brian se quedó en silencio, en espera de algún golpe o grito. Comenzó a pensar en lo que le pasaría a la familia Taylor si era rebelde con su padre. Roger no merece eso, no quiere que le pase nada.

— Iré— murmuró cortante.

— Sabía que harías lo correcto, Harold— lo felicitó— New York es un hermoso lugar...— siguió hablando pero Brian ni siquiera lo miró, salió por la puerta empujando por el hombro a su padre.

Comenzó a correr para salir de la universidad, estaba muy enojado y serio.

Después de alrededor de una hora llegó a un lago, habían personas riendo y todas acompañadas. En cambio Brian era el único que tenía la vista perdida y ceño fruncido.

Se recargó en el pasto con las manos en su rostro, tenía un nudo en la garganta. Cuando todo parecía que iba bien, en realidad iba peor.

Las lagrimas salían sin control de sus ojos hazel deslizándose por sus dedos. Estaba tan desesperado de siempre seguir las reglas de su padre. Nunca fué libre realmente. Ahora todo parecía perdido.

New York, ¿Para qué debería ir ahí?. Su abuela tiene una mansión en ese lugar pero detesta a su hijo.

Estaba decidido, le contaría a Roger todo lo que ha sentido hoy mismo.

Se levantó del pasto para volver a la universidad, mientras caminaba trataba de... ¿Ensayar?.

— Roger, yo- tu me gustas— murmuraba con voz baja — No, no, así no— bufó.

Caminó y atravesó la puerta principal— Me gustas, Roger— seguía murmurando para sí mismo. Al llegar a la habitación no había nadie, en gran parte era bueno, pues no quería decírselo ahí mismo.

Le escribiría una carta.

Tomó el mismo cuaderno de Roger y le quitó una hoja para comenzar a escribir con tinta roja dónde se verían. Debería decirle en la noche porque no quería arrepentirse pronto.

Terminó de escribir la carta, lo puso sobre la cama de su compañero y miró todo el cuarto con nostalgia, dió un fuerte suspiró y salió para dirigirse al lago donde había ido recientemente.

Brian comenzó a pensar si confesar sus sentimientos con Roger era lo correcto, tal vez sí.

Su cuerpo estaba cansado de estar sentado en el pasto a lado del lago por horas, tenía frío y estaba temblando, pronto comenzó a llover. Brian no pensaba en mover ni un dedo de dónde estaba, sólo esperaría a Roger.

Probablemente no llegaría, ya eran las siete de la tarde, pero seguía esperando. Encogió sus piernas y las abrazó bajo la helada lluvia. Todas las personas del lugar se habían ido.

Su cabello estaba muy mojado, su ropa chorreaba y no sentía los pies ni las manos, la lluvia parecía ser más intensa con cada segundo que pasaba.

Pero se detuvo, ni una gota caía sobre el, levantó la vista y era Roger sosteniendo una sombrilla.

— ¡Brian!, ¿¡Estás bien?!— preguntó muy asustado inclinándose hacia él. — ¿Qué te pasa?, Estás helado— se quitó su chaqueta y se la dio a Brian.

You and i [Maylor] COMPLETOWhere stories live. Discover now