**Capitulo N°2**

360 21 3
                                    

Con una de sus manos abrió la puerta de la habitación, entramos y me tiró a una cama. Lo miré con terror, esperando casi lo peor ¿Qué me haría? ¿Por qué me miraba de esa forma con sus ojos vacíos pero llenos de deseo? ¿Qué pretendía hacer conmigo?

-Quédate aquí y no te muevas- dijo y salió de la habitación, cuando salió cerró la puerta con llave.

-¡Como si pudiera irme a algún lado!- protesté.

Comencé a ver la habitación en la que estaba, era bastante tétrica. En casi todas las paredes estaba su nombre ,"Jeff", escrito con sangre, después explorando con la mirada un poco más la habitación, en las paredes también había fotos... ¡Mías! Era escalofriante, fotos mías por donde se mire, desde que tenía diez años hasta anoche. Eso era totalmente una locura, de repente mi valentía se fue y por un largo tiempo no aparecería ¿Con quién estaba? ¿Realmente era Jeff The Killer? O ¿Solo un maniático desquiciado?

-¡Regrese!- dijo con alegría en su voz- Y te traje algo.

-¿Q-Qué?- pregunté temblorosa.

-Esto- saco un cuchillo detrás de su espalda- Disculpa, mano equivocada- dijo chistoso y me mostró unos jeans y un buzo negro- Así combinaras conmigo.

-¿Por qué haces esto?- pregunte mirándolo con los ojos llenos de lágrimas.

-Porque eso hacen los enamorados, supongo- dijo sentándose a mi lado.

-Pero yo no te a...

-¡CALLATE!- gritó con fuerza- ¡Tú me amaras aunque tenga que obligarte! – sacó el cuchillo nuevamente y me amenazó con él.

En ese momento una lágrima corrió por mi mejilla, al mismo tiempo que una idea cruzaba por mi mente ¿Y si me aprovechaba de su obsesión por mí? ¿Y si le tendía una trampa? Tal vez funcionaría.

-No llores- dijo sin expresar nada- Vístete y vayámonos- tiró la ropa a mi lado mientras se levantaba.

-¿A dónde iremos?- le pregunté secando mis lágrimas.

-Ya verás, solo vístete- dijo.

-Está bien, pero déjame sola. No quiero que me veas- dije mientras me paraba.

-Lo lamento pero debo quedarme- dijo mirándome fijamente.

Me desvestí  cuidadosamente y me vestí con la ropa que me trajo. Cuando me vio semi-desnuda pude ver su cara de deseo, por un momento temí que trate de hacer algo. Una vez vestida me vendó los ojos y me llevó hasta un lugar, el cual no pude ver naturalmente, hasta que me sacó la venda. Cuando al fin pude ver donde estábamos, vi una mesa, dos sillas y lo que parecía ser una almuerzo romántico.

-¿Qué es esto?- pregunté.

-Es nuestro almuerzo de reencuentro- dijo sonriendo más que de costumbre.

Tomé asiento, él también, destapó los platos y sirvió un poco de vino. El plato del día era... ¡Solo dios sabe que era eso! Tal vez era la pierna o el vientre de alguien o algo.

-Te vengo observando hace tiempo - dijo él.

-Me he dado cuenta, pero ¿Por qué?-dije mientras tocaba con un cubierto mi "comida".

-Ahora no puedo decírtelo, tal vez más adelante, niña - dijo mientras cortaba su "comida".

-Te aclararé un par de cosas- dije- Primero, tengo 18 años por lo cual NO-SOY-UNA-NIÑA; segundo, NO ME DAS MIEDO; tercero, ESTA COMIDA ES HORRIBLE; y cuarto, ¡TENGO DERECHO A SABER MÍNIMO, POR QUÉ MIERDA ME RAPTASTE!- grité mientras me paraba de la mesa y tiraba los platos de la misma.

-¡Oye tranquila!- dijo él acercándose a mí.

-¡¿Cómo diablos quieres que esté tranquila?! – dije mirándolo fijo y con odio- ¡Tú vienes, me raptas, me amenazas con un cuchillo y dices conocerme! ¿Y debo estar tranquila?

-Tranquilízate ¿Sí? – dijo "tiernamente" mientras se acercaba a mí.

 -No, no te me acerques- dije mientras caminaba hacia atrás-¡Aléjate! – tome un cuchillo de la mesa y lo amenacé con eso.

-No lo hagas más difícil, por favor- dijo, para ese entonces ya tenía su cuchillo en mi garganta, lo miré y mire el cuchillo, solté el que tenía en mi mano.

-¿Por qué haces esto?- dije llorando.

-Nunca lo entenderías- contestó.

-No, mucho menos si no intentas explicármelo.

-Es muy difícil para mí- dijo guardando el cuchillo.

-¿Y crees que para mí es fácil ser raptada?- dije con la voz algo quebrada, mientras secaba las lágrimas de mi rostro con las mangas del buzo.

-No, pero tú tienes una vida perfecta- dijo él.

-¿De qué rayos hablas? Si mi vida apesta- se asomaron nuevamente las lágrimas en mis ojos.

Sin mediar palabra me abrazó, no dijo nada solo se acercó a mí y me envolvió con sus brazos, que aunque suene raro se sentían cálidos, como si todo este tiempo yo hubiera pertenecido a ellos...

Go To Sleep My LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora