Ya he estado en el infierno, y debo decir que es maravilloso. —El rio y desapareció en el aire, haciéndome gemir en shock.

Solo cerré mi ojos y llore, las lagrimas caían por mi mejilla. Mis lagrimas y sudor, mas la sangre, eran visibles en mi mejilla. Lentamente me recosté, sintiendo el frio del suelo, mi energía drenada.

—¡Lucinda! —escuche a mi madre gritar mientras la sentía arrodillarse junto a mí. Con lentitud abrí mis ojos y vi la preocupación en los suyos.

—Mama... —dije cautelosamente, ella cerro sus ojos y lagrimas se deslizaron por sus mejillas.

—¿Qué te paso? —Ella pregunto— Oh Dios mío, ¿qué fue lo que paso, bebe? ¿Qué paso cuando me fui?

—Mama. Es el.

—¿Quién bebe? ¡¿Quien?! —ella casi grito, viéndose dispuesta a matar a la persona que lastimo a su niña. Desafortunadamente, esa persona, no es una persona.

Es un demonio.

—Es un demonio —respondí— El está jugando con mi mente, mama, ¡tienes que creerme! ¡el incluso mordió mi mejilla!

Todas mis esperanzad de hacer que mi mama me crea desaparecieron en cuanto ella hizo una mueca y frunció su mirada hacia mí.

—¿Mordió tu mejilla? —ella repitió en tono de burla.

—¡Sí! ¡Es verdad! Mira —removí mi mano de mi cara para que ella pudiera ver la mordida, pero ella me miro aburrida.

—¿Qué mordida? —ella pregunto, confundida. Corrí mis dedos a través de mi mejilla y solté un gemido. La herida ya no estaba allí, sin un pequeño recordatorio de ella. Ningún trazo de sangre. Nada.

—Pero mama, ¡era real! El estaba aquí...

—Lucinda, ¡para con tus estúpidos jueguitos! ¡Estoy cansada! Si quieres volver con tu padre, ¡hazlo!

—Pero mama, ¡él era real! —exclame, tratando de hacer que me creyera, pero sé que fue inútil.

—¡Cierra la boca! No me importa si sigues amando a tu padre, ¡no me importa! En primer lugar, ¿Quieres saber por qué lo dejamos? ¡Porque él quería que lo hiciéramos!

Mis ojos se abrieron y mi respiración se detuvo un momento. Pareciera que el mundo se había detenido.

—¿Q–Que? —balbucee.

—Él quería que lo dejáramos solo, por nuestro bien. —Ella suspiro.

Mis lágrimas comenzaron a caer nuevamente. No puedo creer que el hombre a quien llame «Papa» es quien quería que nos fuéramos. El hombre a quien confié mi vida, quien me enseño a caminar, quien me ayudo cada vez que caía.

—El no tenía otra mujer, el tenia otra esposa. El quería que nos fuéramos, para siempre. —Mi madre lloraba, escondiendo su cara entre sus manos.

Lentamente me levante del suelo y negué con la cabeza, sin creer ninguna de sus palabras.

—¡No! ¡El jamás haría eso! ¡Él es mi padre! —grite.

Corrí escaleras arriba hacia mi habitación, y bloquee la puerta, escuchando los sollozos de mi madre escaleras abajo. Coloque una mano sobre mi corazón y me deslicé al suelo.

Cubrí mi cara con mis manos y solloce. Llore porque nadie parece querer quedarse conmigo. Incluso mi propia sangre y carne.

Fue una linda escena la que ocurrió allí —escuche la voz del demonio nuevamente, podía sentirlo mirando hacia mí.

Poco a poco levante mi cabeza y mire sus mortales ojos negros, que parecían lanzar ira y odio.

—¿Qué quieres de mi? Solo vine hace un tiempo, ¡¿y ya estas molestándome?! ¿Qué te hice para que me odies?

El rio macabramente.

El odio es algo que siempre está presente en mí, incluso antes de que vinieras. Bebe, no has visto nada aun. Pronto vas a ver el poder del diablo.

—No nos iremos de esta casa hasta que te vayas —hable con valentía. El frunció su ceño, retándome.

Ya veremos. Solo para que sepas, nadie que haya vivido en esta casa la ha dejado, vivo.

El desapareció en el aire y mentalmente me golpee. ¡¿Qué acabo de hacer?! Hice un 'a ver quién gana'. Soy muy estúpida.

Espero que se aburra de asustarnos y se vaya, o nos asuste tanto que nos mate. Probablemente haga de nuestros cuerpos vivos su juguete. O peor aún, su comida.

Espero ganar esta apuesta, sin importar las probabilidades, o los miedos que tengo que enfrentar durante mi estancia aquí. Yo ganare, no él. Voy a probar que hacer un trato con ese demonio es algo de lo que  no me arrepentiré.

El ángel pronto se hará cargo y derrotara al mismísimo diablo. Pero el diablo siempre va un paso por delante.

Que empiece el juego —lo escuche susurrar en algún lugar tras de mí, y la puerta del baño se abrió lentamente, y luego, un espeso charco de sangre salió de allí. Instantáneamente cubriendo el suelo de un color rojo.

© waysidestyles | borntoharry


Hex [h.s]Where stories live. Discover now