26. Una cara conocida

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Vaya que el mundo es pequeño.

—Y... bueno, hace unos días discutimos por una estupidez.

Esperé a que siguiese hablando pero no lo hizo.

—¿Y yo qué tengo que ver? —alcé las cejas.

—Mmh —él asintió, como si recordase que no me había contado esa parte y trató de tragar la comida de su boca—. Tú la verdad es que nada, pero Jools sí.

—Yo no tengo nada que ver con Jools —me apresuré a decir.

—Oh, sí que lo tienes —refutó—. Nunca nadie se ha atrevido a mirarme como lo hizo cuando me acerqué a ti.

Eso no significa nada, ¿cierto?

—Solo está enojado —justifiqué—. También discutimos y la verdad lo quiero tener bastante lejos de mí.

—Oh —él me miró y sonreí al ver que tenía una mancha en la comisura de la boca.

—Tienes... —señalé y entonces él volvió a sonreír malévolamente.

—¿En serio quieres mantener a Jools a raya? ¿Qué te hizo?

—Me echó de su cuarto luego de haber... ya sabes, tenido relaciones.

Alzó las cejas y terminó de comer su hot dog.

—Pero no parece que te guste —dijo—, por lo menos no en la forma romántica, ¿esperabas algo después de eso o qué?

—Me hizo sentir un poco usada —expliqué—. Tuve que irme a las cinco de la mañana caminando sola y un tipo comenzó a seguirme.

Eso pareció cambiarle la mirada. Sus ojos se oscurecieron mientras hundió el entrecejo.

—Que gilipollas —insultó y yo estuve de acuerdo.

—Muy gilipollas.

Esta vez yo terminé mi comida y le di un sorbo a mi soda. De alguna forma comencé a sentirme un poco más cómoda con él.

—¿Y qué es lo que querías? —le pregunté curiosa.

—Ah, es que Amaya y Jools en este momento están juntos y nos observan.

—¿Sí? —pregunté y volteé a ver a algunos lados disimuladamente.

—No los mires, pero están tras el puesto de pescar.

Asentí y tuve que esforzarme en no mirarlos.

—Y la verdad, esto suena fatal, pero me gustaría darles una pequeña lección. Te aseguro que Jools se enojará con esto.

Lo pensé un momento.

—Oh, vamos, ¿no quieres hacerlo enojar? Si yo fuera tú lo haría sin más —insistió cuando notó que dudaba.

—Umh, es que ya lo hice —recordé aquel día por la mañana—. Uno de mis amigos, cabe decir que es gay, me besó frente a sus narices y terminó bastante enojado.

—¿Y no te sentiste bien?

—Sí, pero no está bien jugar con...

—¿Con qué? ¿Con los sentimientos? ¿Crees que le gustas sentimentalmente?

—Claro que no, solo...

—Jools cree que tú no tienes más que solo él —dijo—. Los hombres somos así. Pero la verdad eres bastante bonita, ¿has tenido novio?

Negué con la cabeza.

—Quizás se siente especial por ser el único. O uno de los únicos, ¿él fue tu primera vez?

A+ y tú menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora