Golden String • Larry

17. softcore

—si, incluso...—tuerce la boca, frunciendo ligeramente las cejas ante de suspirar resignado y mirar al castaño—La verdad es que ellos suelen mandarte galletas, pero siempre me las como de camino a casa.

—¿ellos me mandas galletas?—balbucea con una pizca de incredulidad en su voz. No quiere sonar vulnerable, pero su voz lo traiciona junto a su rostro, que se mantiene a flor de piel. La sensación burbujeante dentro de su pecho no se detiene—¿por qué?

—supongo que aún te tienen cariño—encoge un hombro, guardando un par de calcetas dentro de la maleta—No sé si lo olvidas, pero solíamos pasar mucho tiempo juntos. Es normal que piensen en ti de vez en cuando.

—no lo olvido—frunce las cejas. Odia cuando Harry pone a prueba su memoria, pues Louis recuerda todo. ¿Cómo podría olvidarlo? Cada segundo de su vida está marcada por Styles. Olvidarlo sería como si un día despertara sin saber quien es—No te vuelvas a comer mis galletas.

—vale.

—lo digo en serio.

—vale—repite con fastidio, enderezando la espalda para ver al castaño con las cejas fruncidas—¿Por qué siquiera estás hablándome? ¿No tienes nada mejor que hacer?

—tenía curiosidad, eso es todo—murmura, desviando su mirada al costado para disimular el leve sonrojo en sus mejillas. Se siente demasiado despierto para irse a dormir, pero lo suficientemente cansado para no hacer nada. Solo tiene fuerzas hablar, pero considerando que Danny no le ha escrito y que probablemente no lo hará, su mejor opción es Styles—Si tu casa estuviera en llamas, ¿Qué sería lo primero que salvarías?

Harry le mira como si se hubiera vuelto loco.

—¿ahora de qué hablas?

—si tu casa...

—te escuche la primera vez—le detiene, levantando una mano estupefacto—¿Qué se supone que estás haciendo?

—te hago preguntas.

—¿por qué?—Louis vuelve a encoger los hombros, restándole importancia. Harry resopla sonoramente, pasando una mano por su cabello. Su rostro se parte entre la diversión y el fastidio de una manera que parece imposible. Por un segundo parece que va insultarlo y al siguiente reírse con él—Eres un bicho raro, ¿lo sabías?—vuelve la atención hacía su maleta, virando la cabeza por segunda vez. Por un momento, su boca se estrecha antes de volverse una línea recta—Salvaría mi guitarra, por supuesto.

Louis asiente. Debió suponerlo.

—¿no me vas a preguntar yo que salvaría?

—no.

—¿por qué no?

—porque es obvio. Salvarías tu tonto trineo.

Louis aprieta sus labios en una sonrisa confiada. En el fondo, sabe que salvaría la caja baja la cama, pero eso no es algo que vaya a admitir en voz alta.

—¿Recuerdas cuando nos pidieron hacer una maqueta para la clase de arte hace dos años? Se suponía que debíamos retratar nuestra casa soñada—sonríe sin ganas, tirando del cuero en su dedo—No sé por qué, pero la actividad me gustó. Creí que sería divertido. Ya sabes, soñar un poco e imaginar que algún día viviría en una gran mansión y que las cosas serían mejor. Así que por ocho noches y siete días trabaje sin descanso, perfeccionado hasta el mínimo detalle porque quería que fuera perfecta, como si al hacer la maqueta, estuviera asegurando mi futuro—vira la cabeza, divertido de su propia estupidez—Un día antes de la entrega, logré terminarla y estaba tan orgulloso que la llevé a la escuela y la dejé en el salón de arte—mira a Harry, arqueando una ceja—¿Adivinas que pasó cuando volví al día siguiente?—Louis espera un momento, pero el rizado permanece de pie frente a la ventana con la mandíbula tensa y los músculos del rostro contraídos—La maestra dijo que fue un accidente. Que seguramente había sido un mapache que se coló a mitad de la noche y eligió dormir sobre mi maqueta, aunque hubieran otras cinco mucho más grandes y coloridas—ríe, pasando una mano por su rostro para borrar cualquier emoción. Sus manos tiemblan al mirar al rizado a los ojos, pero le mantiene la mirada aunque sus cuencas ardan—Dime, Styles, ¿Disfrutaste romperla?