Golden String • Larry

17. softcore

Las cosas entre ellos han sido extrañas desde que Harry se presentó en su puerta hace algunos días. Por un lado, Styles ya no le ignora, pero tampoco le habla. Por el otro, Louis no se ha esforzado en acercársele, aunque se hizo la promesa de llevar una sana convivencia o al menos intentarlo. De modo que coexisten solo cuando es necesario y en su mayoría se mantienen fuera del radar del otro. No obstante, esa noche se siente diferente.

Con la música aún corriendo en sus oídos, el castaño se anima a sentarse en el alfeizar de la ventana y mira hacía la habitación del rizado, donde el morral sobre la cama llama su atención. Sabe que es imprudente, pero le es imposible contener su lengua al notar la pila de ropa que Harry carga en sus manos.

—¿te vas?—pregunta, deslizando la diadema de los audífonos fuera de su cabeza. Piensa que Harry no ha alcanzado a escucharle, pero entonces Styles retrocede un paso y mira hacía su habitación con el semblante ligeramente confundido, aunque igual de malhumorado.

Por un momento, Louis cree que le va a ignorar. De hecho, cuenta con ello, aunque para ese punto ya debería saber que Harry siempre hará lo contario a lo que espera, por lo que no debería sorprenderle que Styles le conteste un segundo después, aunque de igual manera lo hace.

Harry jamás para de sorprenderle. Incluso cuando cree que lo ha resuelto, Styles hace algo que pone en duda todo lo que conoce. Louis no está seguro de si lo odia, pero a veces piensa que la manera en que Harry pone a prueba cada uno de sus sentidos es algo que solo pasa entre ellos.

—sí.

—¿a dónde?

—¿por qué te lo diría?—frunce las cejas.

—porque te estoy preguntando.

Styles levanta la mirada al techo y exhala, mascullando algo entre dientes antes de meter la pila de ropa dentro de la mochila y volver al closet, que se encuentra junto a la ventana.

—mamá y yo iremos a la casa de los abuelos por el fin de semana—explica sin mirar a Louis, mientras revuelve la ropa dentro de los cajones.

—¿Qué hay de Rob?

—él no irá.

Louis tuerce la boca, pero cambia de expresión tan pronto Harry levanta la cabeza para buscar algo en la parte superior del armario. Si a Styles le molesta o no la ausencia de Rob, no lo exterioriza del modo convencional, puesto que el rizado no es de los que diga en voz alta como se siente. En cambio, abre y cierra cajones con más fuerza de la necesaria y habla entre dientes, frunciendo las cejas de modo que una sola arruga se concentra en medio de su frente. 

—¿Cómo están Linda y Terry, por cierto? Hace tiempo que no se nada de ellos—se anima a preguntar, recordando la primera vez que conoció a los abuelos del rizado.

Tenía poco más de siete años cuando la pareja fue de visita para el cumpleaños de su nieto y desde entonces el castaño se convirtió en un invitado habitual en la casa de campo de la familia Cox . Iba tan seguido que con el paso de los años, Linda y Terry comenzaron a considerarle un nieto más y empezaron a enviarle tarjetas con dinero para su cumpleaños.

—ellos están bien.

—¿siguen jugando scrabble todos los lunes frente a la chimenea?

—es lo único que hacen—bufa con una pequeña pero tierna sonrisa, propia del nieto consentido que siempre ha sido. No es un secreto que Harry ama a sus abuelos más que a nada en el mundo—Ellos... Ellos a veces preguntan por ti.

—¿en serio?—ensancha los ojos.

Styles asiente, mirándolo de reojo antes de volver su atención al clóset.