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Una canción pegadiza y fastidiosa se reproducía a todo volumen en el parque del pueblo, niños corrían por todos lados y la zona estaba agitada.

—¿No es genial volver? —sonrió satisfecha Grettell en cuanto estuvieron ahí

—Solo por mi madre —bufo

—No seas aguafiestas Solari —dijo mientras caminaba hacia su casa —Nos quedaremos todo el fin de semana, mañana será la boda de Sebastián y no podemos faltar

—¿Ya es mañana? —preguntó sorprendida mientras la alcanzaba

—Sí, seré dama de honor —sonrió emocionada

En realidad el pueblo no había cambiado mucho, todo seguía exactamente igual, era tan pequeño que los cambios no eran lo suyo.

Todos en casa de Grettell estaban apurados, este año habían decidido ni participar en el concurso de tartas pues estarían demasiado ocupados con la boda.

—¡Pero Dalia que preciosa estás! —dijo la madre de Grettell en cuanto la vio

—Gracias señora Moore —sonrió

—¿Ya fuiste a ver a tu madre? Escuche que tu padre volvió

—¿En serio? —preguntó asombrada

—¡Mamá! —abrió los ojos a tope Grettell

—¿Arruine la sorpresa? —hizo una mueca

—¿Por eso me trajiste?

—Tu madre me lo pidió —sonrió de manera inocente

—Debo irme —se apresuró a decir antes de salir de allá

Su corazón estaba brincando de alegría, en ese momento Flash sería muy estúpido a su lado porqye llegó en cuestión de segundos a su casa. Entró sin tocar la puerta simplemente la empujó busco por todos lados esperando encontrar a algunos de sus padres hasta que escucho un ruido en la cocina.

—No te odio madre, entiendo lo que querías hacer pero sabes que odio las sorpre... —se callo justo cuando vio a la persona que levantaba la olla del suelo

Sí, odia las sorpresas.

Ambos se quedaron petrificados en sus lugares, se observaron y sentían la necesidad de acercarse, abrazarse y besarse pero ninguno de los dos lo hizo.

¿Qué podrían hacer?

Lo cierto era que nada, había sido demasiado para ellos el verse tan de repente.

—Eh —comenzó a hablar Lorenzo

—Pensé que era mi madre

—Oh, salió a pelear con los Collins —solto una risa nervioso

—No hay problema, la esperare en mi habitación —apretó los labios antes de subir de prisa las escaleras

Sus sentidos se nublaron, Dalia estaba sufriendo un ataque de nervios en ese momento. Veía el techo de su cuarto notando que aún tenía manchas, y que su cuarto estaba intacto a excepción de un par de zapatos en una esquina que no eran suyos.

Extrañaba su hogar, irse por tres meses y no regresar había sido demasiado, se necesitaba reconfortar con el cariño de sus padres pero con Lorenzo en casa eso sería muy difícil.

Unos minutos después tocaron a su puerta, sabía quién estaba detrás así que abrir no era una opción. Esperaba que creyera que estaba dormida y se fuera.

—Solo quería avisarte que ya me voy —dijo en un tono apagado —Y me alegro verte

Dalia no respondió nada, su corazón se contrajo, su estómago se revolvió por el grato sentimiento que solo Lorenzo podía ocasionarle. Tenía que dejarlo atrás, tenía que avanzar pero ese fin de semana no sería de mucha ayuda.

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Las nubes parecían anunciar que la lluvia venía en camino, el pueblo entero entro en desesperación pues aún no daban por iniciado el concurso. Dalia comía helado mientras seguía esperando a sj madre en el sofá de su casa.

—¡NIÑA! —grito su mamá en cuanto entró a la casa —Le dije a Grettell que te trajera hasta las seis acá

—Madre, odio las sorpresas así que vine directo acá —dijo mientras se paraba del asiento

—Tu padre a ido a comprar cosas para la cena, quería sorprenderte con una gran cena, te extraña —sonrió mientras se acercaba a abrazarla

—Y yo a él —pronunció contenta —Madre

—¿Mhm? —dijo alejándose

—¿Qué hacía Lorenzo aquí?

—Mi amor, sabes que le tengo un gran cariño, no fue malo contigo y se ofreció a ayudarme con las tartas —explicó mientras se sentaba en el sofá

—Oh, entiendo

—Ahora ayúdame a llevar las tartas a la carpa —se paro de golpe como si hubiera olvidado su compromiso

—Voy

El concurso transcurrió normal, el pueblo tuvo la suerte de no haber sido infestado por las enormes gitas de lluvia hasta media noche, este año lo ganó la madre de Dalia y por fin iban a comer a casa.

—¡Mi mapachito! —dijo su padre en cuanto la vio

—Papá —respondió igual de emocionada mientras se unían en un abrazo

—Pasa, hice tu comida favorita —dijo mientras esbozaba una gran sonrisa que hacía que sus arrugas hicieran acto de presencia en su rostro

Su padre era un hombre atractivo para su edad, cabello castaño, ijos de color azul y su impecable forma de vestir lo hacían ver más joven de lo que era.

Al entrar al comedor se topo cin Roma poniendo la mesa, su cabello negro caía por sus hombros, se veía bastante crecida para solo haber pasado tres meses.

—¡Dalia! —chillo emocionada antes de abrazarla

—Tu cabello —dijo asombrada —Te luce genial el negro

—¿Verdad que sí? —se alejo —Dicen que así me parezco más a... —se callo al darse cuenta del nombre que pronunciaría

—Descuida —aseguró la pelirroja

En ese instante escucharon cómo alguien a pasos torpes llegaba a la puerta de la cocina, la pelirroja respiro pesadamente sin querer girar a ver de quién se trataba pues se hacía una idea.

—El agua esta hecha —aviso orgulloso Louis

—Genial, cenemos —habló la madre de Dalia

La cena procedió bastante agradable, el padre de Dalia contaba sus anécdotas en la gran ciudad, Dalia contaba como era la universidad para ella y todos reían de los malos chistes de Louis. Por la cabeza de la pelirroja solo rondaba la pregunta "¿Dónde esta Lorenzo?" sin embargo no se atrevió a formularla.

Compras Nocturnas ©Where stories live. Discover now