Capítulo 07

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Lorenzo no paraba de llorar como un bebé luego de terminar de ver mujercitas, Dalia solo lo observaba divertida.

—¿No que te aburría la "televisión"? —preguntó burlona

— Debo aceptar que al principio no me gusto pero luego si fue imposible no sentir la desesperación por Joe y Laurie — frunció el ceño — Este no es el final de cuento de hadas que esperaba — se quejo

— Por que no es un cuento de hadas — hizo una mueca — Por cierto fue una gran idea verla en tu coche — sonrió — Las estrellas brillan muy bonito. Ha sido un buen rato

— Y lo mejor de todo fue lo compañía — hablo Lorenzo mientras se señalaba a si mismo

— No lo creo, hubiera preferido un Laurie a mi lado pero it's ok — se encogió de hombros

Ambos comenzaron a reír, tal parecía que se había formado una buena amistad entre ellos, lo suficiente como para que Dalia perdiera el cuidado de pasar sus noches hablando con Isabela.

— Mañana todo volverá a ser un caos — bufo Lorenzo — No se que hacer con Roma

— ¿Tu hermana? — preguntó Dalia pues no estaba tan segura

— Si, se ha rebelado demasiado y mi madre no le pone límites — suspiro — Normalmente no me importaría pero tiene catorce años, llega ebria todas las noches y lo peor de todo es que sola, ninguno de sus amigos o su novio la va a dejar y eso me enoja demasiado — rodó los ojos

— Oye, no es tu responsabilidad — tomo su mano — Pero, pues habla con tu madre, dile que Roma la necesita y descuida, al final siempre te das cuenta con que clases de personas te juntas, puede ser doloroso pero es parte de vivir, no puedes protegerla de todo — opino Dalia — Igual, créeme que Roma se va cansar de eso

Lorenzo miro la mano de Dalia que estaba encima de la suya y sonrió, era lindo sentir el apoyo de alguien cuando desde que su padre había partido parecía que todo el peso estaba encima de él, nadie le había dicho que hiciera algo pero se sentía responsable, tanto que olvidaba que tenía diecisiete años, que estaba a unos cuantos años de entrar al mundo adulto y debía disfrutar lo poco que le quedaba de esa etapa.

— Gracias por el apoyo Dal — sonrió

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Grettell se probaba distintos atuendos mientras que Dalia solo estaba sentada esperando a que se los enseñará.

— ¿Compraras toda la tienda o por que tardas tanto? — grito Dalia

— Dal no seas pesada — hablo Grettell saliendo del probador — Necesito mis atuendos para la cena de navidad y año nuevo — dijo mientras daba vueltas mostrando un vestido color café con corsé y un poco esponjado de abajo

— Grettell, ¿Sabes que estamos en el siglo veintiuno? — preguntó Dalia divertida — El vestido es precioso pero, ¿No es demasiado para una cena en familia? — arqueo una ceja de manera interrogante

— Dal, tengo que brillar ahora, porque sino, ¿cuando?, soy joven, bella y tengo la oportunidad de comprar vestidos preciosos — sonrió — Aparte no solo sera una cena, Sebastián le pedirá matrimonio a su novia, tengo que verme espectacular en las fotos de la cena que todos recordarán — se encogió de hombros

— Nadie puede brillar más que tú — afirmó Dalia divertida

Amaba la cantidad de egocentrismo y amor propio que Grettell se cargaba, era reconfortante para ella, detestaba que las personas se hicieran las víctimas y no disfrutarán su vida al cien por ciento, lo detestaba por que sabía lo mucho que se había limitado Isabela y jamás pudo cambiar eso.

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