—¿Sabe que no había otra opción? —La capitana le recordaba.

—¿Por qué asumen que yo manejaré? Y, ¿puedes dejar de decirme Tomasito?

—Bueno, Tomatito. —le apodó recordando lo rojo que se ponía cuando se enojaba.

—Eh... prefiero Tomasito...

Cuando terminaron su discusión, el líder de los camarógrafos se les acercó porque los pequeños micrófonos que les habían acomodado en su ropa se habían aflojado un poco cuando estaban corriendo. Mientras tanto, Tomás sacó su aguafon y abrió la aplicación del mapa, buscó todas las sucursales de «Carro prestado» y en seguida hizo lo mismo, pero en Toque.

Les informó a todos que su plan puede funcionar, solo que tendrán que dejar el auto en una sucursal que queda a tres horas de la ubicación, aun así, podían llegar a ella en camión y metro.

El señor Armando mencionó que él se haría cargo de la maleta de la comida. También que era necesario que alguien le ayudase con la maleta del equipo, ya que le pesaba mucho porque llevaba su equipaje en su mochila.

Valeria se ofreció a ser la primera en cuidar la maleta. Era una maleta pequeña, pero sí más grande y pesada que la de la conida, no era mucha molestia dd todas maneras. Cuando los micrófonos de todos estaban acomodados, Alex ayudó al equipo a conseguir un taxi.

—¡Taxi! —Gritó con una mano alzada—. ¡Hey!, ¡hey!, ¡hey!

—¿Más amabilidad para que el taxista acepte manejar rápido? —Tomás le sugirió.

—Apuesto a que nunca has estado a punto de llegar tarde a las clases de la universidad. —Tomás negó—. Lo supuse, confíen en mí, esta es mi área.

—¿Llegar tarde? ¿Cómo nos ayudará eso, Alex? —El señor Armando mencionó entre risas.

—¡Mis habilidades de llegar rápido, tarde o no! —Corrigió.

Un taxi se detuvo de inmediato y los cuatro se subieron. Tomas le dijo a donde iban y pidió al taxista que fuera a la máxima velocidad permitida.

—Bien, pero espero recibir propina. —El taxista anunció y arrancó el auto—. Por cierto, ¿esos motociclistas vienen con ustedes?

—Son los compañeros y el doc. —Gerardo, el líder de los camarógrafos, que había impedido que Valeria se sentara en el asiento del copiloto porque desde ahí podía grabar mejor, le informó a los demás.

—¡Mugres! ¿Estarán viajando en motocicletas mientras nosotros nos partimos la cabeza buscando transporte? —Valeria se quejó, que en ese momento iba sentada encima del señor Armando y Alex.

—Por cierto, también espero propina por llevar más gente de lo permitido, por si la multa. —El taxista les informó.

Valeria dio un largo suspiro y se dejó recargar, estiró ambos brazos y abrazó a sus dos compañeros.

Cuando llegaron a «Carro prestado» Tomás se encargó de hacer todos los trámites y en cuanto tuvo las llaves del auto que usarían los próximos días el equipo se apresuró a buscarlo en el estacionamiento.

Todos estaban impacientes mientras un encargado les explicó todas las normas que debían cumplir. Cuando terminó Tomás fue el copiloto, Lucas, otro de los camarógrafos, iba en el copiloto y atrás el resto del equipo, pero esta vez con más espacio.

Ya iban por la carretera que los llevaría directo a Toque, aunque tendrían que pasar primero por Mañana, un estado conocido por sus largas mañanas, ahí el sol sale a las cuatro de la mañana.

La cruzada del millón.Where stories live. Discover now