Capítulo 4

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personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos a sus respectivos creadores.

-¿qué clase de horror es este?.- en el lugar que habitaba, la pregunta le agobiaba, pues sin alguna clase de respuesta no podía comprender cuán grave podía ser la situación, pero a pesar de ello parecía no necesitarlo, porque su presentimiento se lo anunciaba con creces, a cada segundo sin darle tregua alguna de respirar con calma.

"puedo verte..." esa frase, esa misteriosa frase había resonado claramente en su mente dejando en claro que desde algún punto del extenso universo un lucero le señalaba y aunque no podía explicarlo de algún modo, la presión que sobre ella se posó también lo confirmaba, no sabía qué o quién era, pero si algo era seguro, aquello es que se habría enojado por como manejaba las cosas a su antojo.

"el poder más hermoso es la creación, imparable e interminable, con él nace el brillo y calidez de las estrellas, el azul brillante y la transparencia del agua".- recitó esas palabras que parecían ser sacadas de un bello poema, pero su rasgada voz tembló al pronunciar las siguientes. "pero el vacío es la peor de las calamidades, en él la oscuridad persiste, el silencio es constante y el frío es permanente, porque el vacío es lo que existe antes de la creación y es lo que aguarda pacientemente al final. Él es el destino absoluto, él es el principio y el final, él es... Destrucción".- en algún punto en el pasado alguien recitó con temor esa frase, y ahora su mandíbula apenas si podía hacerlo, una blasfemia considerada contra lo que se había descubierto, con lo que incluso ella misma había visto con el pasar del tiempo, sin embargo sus actos habrían condenado no solo a lo que más quería, si no a todo lo que consideraba existente, para ser más exactos... a toda creación.

 el temor se hace presente en cualquiera, de diferentes métodos pero siempre llega y ese, ese es el primer paso para adentrarse en la misma calamidad que esperan detener, se ha visto incontables veces en el transcurso de la existencia y la mayoría de las veces no se detiene aquello que quieren evitar, deberían verlo en el concilio de odín por ejemplo, dónde el tiempo transcurría sin atreverse a hablar del asunto, pues la vergüenza de sus reinos venía con ello, era casi un tabú entre esas personas, por eso se ha escondido tan bien a través de los años.

-bu-bueno, el primer punto a tratar...- la voz se tornó nerviosa y en el intento de hacerla un poco más grave un chillido incómodo se escapó, ya el ambiente era bastante tenso como para permitirse hacer esa clase de tonterías, pero era mejor llevar todo en orden y no causar conflictos innecesarios. -el primer punto a tratar es el estado del problema actual, para encontrar coincidencias que permitan dialogar de forma prudente y encontrar una solución beneficiosa.- terminó de decir antes de que las cuencas del dios olímpico le señalasen. -puede sentarse señorita.- habló y todos pusieron atención, señalando al viejo odín que se burlaba de la actitud de su asistente.

nuevamente los momentos de tensión se dieron, el silencio incómodo que no permitía llegar a nada, por eso mismo debían esforzarse en superar aquellos viejos traumas.

-el demonio de fuego anuncia su pronto despertar, las ofrendas y cantos parecen no satisfacer sus ansias.- Apolo fue el primero en decir parte del problema que persiste en el palacio olímpico. 

-la encargada e la criatura asegura escucharle y sentir sus anhelos, desea salir, él desea ver a su amo.- el dueño del rayo tomó el asunto principal y no titubeó en ningún punto. -el temor de nuestros territorios amenaza con salir, no hay oportunidad contra el ser de sombra y fuego, al menos no con mi rayo no otro poder que aún tengamos.- en tanto seguía hablando, la chica escuchaba atenta, ¿demonios?, ¿fuego?.

 -además se escuchan rumores de que las profecías se tornan ciertas, el aire de este lugar ha dejado de soplar, los días se tornan oscuros y las aves se han escondido, será acaso que solo son rumores o en verdad todo se dirige a un punto...- el dios de la muerte sacó las cuestiones al asunto, solo dejando las incógnitas a la dama de cabellera plata que parecía no tener idea alguna de lo que hablaban, muy diferente a su líder que interrumpió las palabras de los visitantes.

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