- ¿Yo?

- Si, tú, has demostrado en varias ocasiones que eres capaz de sacrificarte, por lo que crees y por tus amigos sin dudarlo - me observaba serio mientras me decía eso - aunque todavía tienes que trabajar en tus arranques de ira.

- Si, ya sé - dije - perdón por eso.

- Bueno, eso no es importante ahora, por el momento, presta mucha atención a lo que te voy a decir - su rostro lucía cada vez más serio.

Ahora que me percataba, era la primera vez que veía su rostro, anteriormente solo escuché su voz y lo que se veía era una silueta borrosa, era la viva imagen de Keitlas, o al revés en todo caso, pero con un aire aún más poderoso.

- Te voy a entregar mi poder, te daré casi toda la energía vital que he logrado reunir en todo este tiempo - continuó explicando - tu cuerpo se inundará con una energía que no tiene comparación en este mundo y con ella, podrás enfrentar a Seibrom.

- Espera un momento - dije todavía procesando lo que me había dicho - ¿por qué yo? ¿por qué no Keitlas?

- Porque su destino es otro, destino que no puedo revelar - me respondió - ya te expliqué, tanto Talira como yo te consideramos digno de ser portador de este poder, pero te advierto, hay consecuencias, primero no es permanente, segundo, tu cuerpo es mortal y se llenará de energía divina, no sé hasta qué punto puedas aguantar ni cuánto tiempo dure, las consecuencias pueden ser varias, una vez que esa energía salga de tu cuerpo, puedes perder la visión, el oído, el habla, puedes quedar paralítico, perder tus recuerdos o morir dolorosamente.

Dicho esto, es tuya la decisión, si así lo deseas, puedes descansar, tu alma reposará en nuestras estancias divinas, o puedes aceptar este poder que te ofrezco y salvar a tus amigos.

- Te voy a ser sincero, cuando mencionaste las consecuencias se me aflojaron las piernas, pero no puedo abandonar a mis amigos, no tengo ninguna duda de lo que quiero hacer - le dije mirándolo fijo - no importa si vuelvo a morir, voy a luchar, quiero luchar.

- Pues bien, la decisión ha sido tomada, el destino de este mundo y de tus amigos está en tus manos, te entregaré el cetro carmesí, debes atravesar a Seibrom con él.

Una imagen del obelisco de Paltros apareció frente a mí, haciéndose polvo desapareció, revelando dentro el Cetro Carmesí, lo agarré y luego de eso no escuché más, desperté en medio del campo de batalla, era un caos, a una distancia de alrededor de 100 metros pude ver que la pelea aún continuaba, pero mis compañeros iban perdiendo.

Miré mi abdomen y no tenía ninguna herida, en mi mano derecha sostenía el cetro, no sé cómo llego ahí, pero lo tenía en mi poder, me incorporé y lo alcé, la gema que aún resguardaba "Diez" brilló con fuerza, como si reconociera a su nuevo portador y salió de donde la guardaba hasta llegar al cetro y fundirse en la punta.

- ¡Seibrom! - grité y corrí a su encuentro.

Sentía un poder inmenso dentro de mí, nunca me había sentido tan vivo; Seibrom parecía confundido, su mente no concebía que no estuviera muerto y mucho menos, que ahora empuñara el Cetro Carmesí, un arma que ningún mortal podría portar, ni siquiera Keitlas ni su hermano podían hacerlo.

Aún en shock por lo que veía, su odio y su rabia eran incontrolables y me atacó con toda su fuerza, pero el golpe fue detenido fácilmente al chocar contra el escudo en el que se había transformado el cetro; como si ya fuera natural para mí, convertí el escudo en un enorme martillo, con el que golpeé el lateral de Seibrom, lanzándolo a varios metros lejos de mí, esta vez sí estaba recibiendo daño, pude sentir huesos quebrándose con ese golpe, pero eso no era suficiente, se puso de pie y corrió a mi encuentro, comenzó a lanzar una lluvia de ataques increíblemente rápidos, que de no ser por el poder que me había sido otorgado, me hubiera hecho pedazos, pero en estos momentos, los veía todos y podía defenderme de ellos.

Paltros y el Cetro Carmesí Where stories live. Discover now