• Capítulo I •

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Y en está cálida temporada de verano, parece que el tipo de local en el que estoy cerca es muy concurrido. Me asome por las puertas que se mantengan abiertas y vi a muchos hombres y una que otra mujer tomar lo que parecía ser sake.

¡Ah! ¡Es una taberna!

Eso explica porqué el ruido y el olor a alcohol inunda mucho por aquí. Miré más a mí alrededor encontrándome con algunos comercios de comida, hoteles, uno que otro comerciante ambulante y varios charlatanes.

Sin embargo, aún con todo lo que me ofrecía está ciudad... El aburrimiento ya había crecido.

¡Esto es demasiado frustrante!

No me agrada estar sola mucho tiempo. Y no es por miedo, o algo parecido... Es porque cuando estoy así de sola, mi mente juega conmigo hasta tal punto en qué me pongo a pensar en mi madre.

De nuevo una tristeza se apodera de mi corazón. Si la tuviera aquí, a mi lado, mi vida y la de mi padre fuera diferente.

Mi madre murió cuando una batalla entre dos países tuvo lugar en la aldea que habitabamos, muchos murieron y entre los que sobrevivieron fuimos mi padre y yo.

En ese entonces era apenas una bebé así que no la recuerdo.

– ¡Tch! Deja de pensar en eso.– me reclamé dándome unas cuantas palmadas en mi frente.

Cuando me di cuenta dos señores tambaleándose salieron de la taberna.  Es extraño. Es la primera vez que veo a un par de borrachos demasiado cerca.

– Me dijo... que... ¡Yo!– se señaló a si mismo mientras unas cuantas lágrimas salían de sus ojos – ¡Que yo soy un completo engreído!

– ¡Mentirá!

– ¡En serio! ¡Aún cuando yo le di los mejores años de mi vida... Aún cuando tuvimos una familia y mis hijos son unos espléndidos Shinobi's!

– ¡Bah!– exclamó su compañero pasando su brazo por el cuello del hombre que seguía lamentándose. – ¡Olvida eso! ¡Tu eres un gran hombre! ¡Te lo digo yo que te conozco de toda la vida!

– ¡Tu...! ¡Mi querido amigo! ¡Tu si me entiendes! ¡Siempre me escuchas!

Me quedé viendo la escena un momento más. Cuando las personas se ponen en ese estado de ebriedad en  verdad sacan su lado más "tierno". Eso me hizo sonreír. Ellos avanzaron tambaleándose mientras caminaban, cuando sin querer uno de ellos perdió por completo el equilibrio y choco contra alguien.

La persona con quién había chocado parece ser un ninja, sin embargo no venía solo. Era un total de cuatro personas. Me preparé y me mentalicé para marcharme en cualquier momento.

– ¡Oye! ¡Cuidado!– reclamó tratando de levantarse.

– El que debería tener cuidado eres tú, idiota.– dijo furioso aquel joven.

– ¡Kankurō!– lo nombró quien parecía ser el más mayor de los cuatro. Posiblemente es su sensei.

– Deja de causar problemas. No hemos venido aquí a eso.– recalcó una chica rubia – Nuestro destino es más adelante.

– Eso ya lo sé, Temari.

– No les presten atención y avancen hacia el hotel.

Los chicos les hicieron caso a su sensei y decidieron pasar de largo restándole importancia al hombre que aún se encontraba en el suelo.

Prestando más atención, al que llaman Kankurō tiene un traje negro de cuerpo entero con un círculo rojo y amarillo en la parte delantera. También lleva una capucha de color negro con orejas de gato y su protector de frente.

Ese protector... El símbolo no recuerdo de dónde es.

Mientras que Temari tiene el pelo rubio recogido en cuatro coletas y tiene los ojos de color verde azulado. Su vestimenta consta de una camisa de rejilla, un vestido corto color lila de mangas cortas sobre esta y una cinta roja que se anuda en la cintura. Lleva también medias de rejilla en la parte inferior de su pierna derecha y en la parte superior de su pierna izquierda, además de portar su protector ninja alrededor del cuello.

Aunque el Jōnin que los acompañaba, quien seguramente es su sensei, lleva el uniforme reglamentario de Jonin y un turbante de tela que le tapa media cara.

Pero el otro chico...

– ¡(Tn)_________!

Una voz hizo que dejara de ver a aquel grupo de ninjas. Miré como mi papá venía apresuradamente hacia mí.

– ¡Papá!–. Extendí mis brazos y él me abrazo fuertemente.

– Perdoname.– se separó de mi y me sonrió –. No debí dejarte sola pero no pensé que Iku-san me entretuviera por tanto tiempo.

– No te preocupes.

– Te aburriste, ¿Cierto?

¿En mi rostro se notaba? No lo sabía, tal vez sí porque él claramente había acertado.

– Sí, un poco...

– Vayamos a comer algo y luego vayamos al hotel.

– ¡Sí!

No evite para nada sonreir muy alegremente y tome la mano de mi padre, fue entonces que me di cuenta  que alguien no nos quitaba la mirada de encima.

Mi sonrisa se borró automáticamente.

Mi sonrisa se borró automáticamente

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»Ese chico...«

Tenía la piel pálida, cabello corto de color rojo ladrillo y ojos turquesa claro, donde las pupilas son, en su mayoría, invisibles.
Llevaba un traje negro de cuerpo entero con mangas cortas y un cuello abierto. Con este, llevaba una tela blanca sobre el hombro derecho y el lado izquierdo de su cadera, y un sistema de banda ancha de cuero sobre el hombro izquierdo, llevaba alrededor de su calabaza su bandana.

Pero lo que más me llamó la atención fue que tuviera el kanji "amor" (爱, Ai) en el lado izquierdo de su frente.

Cuando se dio cuenta que yo también lo miraba dio vuelta y se marchó por dónde su equipo se había ido.

– Que tontería.– reclamó el señor que estaba en el suelo tratando de sacudir su ropa. –Esos ninjas de Sunadakure se creen lo más importante de este mundo.

– Deberíamos tener cuidado.– sugirió su amigo.

Sunadakure, ¿eh? 

Ya capté. Por lo que me había contado mi padre, Sunadakure es una aldea ninja que se ubica en el País del Viento.
Ellos no son de aquí. Me preguntó; ¿A qué vinieron?

 Me preguntó; ¿A qué vinieron?

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