Capítulo 21.

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Iban abrazados por el pasillo, con sus ojos brillantes de la risa y el deseo. Estos, por inercia, se encontraron y, sin más, los besos comenzaron de nuevo, entorpeciendo la llegada hasta la casa. El pasillo se llenó de los sonidos de sus lenguas librando una batalla y el de sus respiraciones entrecortadas y aceleradas. El ritmo mantenido por sus labios se estableció en la zona intermedia, siendo muy caliente, pero a la vez dulce.

Zhan, acorraló al castaño en la pared, sin parar de besarlo y presionando su cuerpo con el suyo. Una de sus palmas, se colocó justo al lado de la cabeza de hebras más claras y, la otra, buscó las llaves en su bolsillo y se dedicó a abrir la cerradura. Medio a ciegas y rabioso de pasión, logró abrir el departamento, el cual estaba completamente a oscuras salvo por las luces de las farolas de la calle.

Nada más entrar, Yibo saltó hasta enredar sus largas y definidas piernas alrededor de la estrecha cintura del pelinegro. Éste, lo sostuvo por la parte superior de sus muslos para que no cayera y cerró la puerta con el pie. Luego, mientras se encaminaba hacia el dormitorio, cayó en la tentación de palpar una de sus irresistibles nalgas.

– Hm – mordió su labio inferior a la par que el mayor se sentó en el borde del lecho dejándolo encima de sus piernas. Esa posición, le demandó a mover sus caderas a un compás lento y sentir el roce de sus intimidades. Ambas se notaban cálidas y duras aún con la ropa de intermediaria.

– Túmbate – el menor le empujó por el pecho hasta echarle sobre el colchón. Así podría moverse con mayor libertad. – Ahh.

– Bodi..., hmm.

El nombrado, aumentó la velocidad de fricción mientras abría sus labios con necesidad de gritar o de gemir muy alto. Sus caderas fueron sujetadas por el contrario, quién le ayudó a seguir con el ritmo delirante.

Tras unos minutos, notaron la humedad salir de sus glandes y el cosquilleo en sus testículos al ser estimulados. Podrían seguir así por horas..., pero los dos tenían claro de que no esperarían más. Cuando una ola de placer los recorrió a la vez, supieron que llegó la hora. No más juegos..., había que actuar.

Xiao, le dio la vuelta y, tras besarle apasionadamente un instante, le quitó la camiseta y los pantalones. Al quedarse el contrario prácticamente desnudo, visualizó su hermosa y perfecta anatomía fruto de los entrenamientos. Se relamió la boca sofocado por el calor que lo inundaba y bajó su cabeza hasta chupar su cuello. El colgante que portaba quedó suspendido entre sus pechos a medida que bajaba a su clavícula y luego a sus pezones. Mordió y lamió uno a la par que pellizcaba el derecho.

– Hmm. Zhan-ge... – acarició su suave cabello negro. A causa de esto, su mano quedó muy cerca de su rostro, advirtiendo a Zhan de un dato no notado hasta ahora.

– ¿Qué es eso? – se separó y le agarró la muñeca, viendo una marca que le inquietó.

– E... esto... – las palabras no salieron de su garganta. Era evidente lo que era: una de las tonterías más grandes que hizo en su vida.

– ... ¿Te duele? – pasó su pulgar por encima del corte cicatrizado.

– Mn. No. Dolió... esa noche. Solamente esa noche..., aunque solo por un momento. Era mayor el sufrimiento de mi corazón – confesó con miedo pero tranquilo al notar la preocupación en los iris color miel.

– Lo siento – se disculpó tristemente, besando la señal como si pudiera hacerla desaparecer.

– Fue hace mucho.... No debes culparte.

– Pero...

– No, Zhan – colocó sus palmas en sus mejillas. – Esto es resultado de mi estupidez y mi desesperación. Solo mío. Así que no te preocupes.... Todo ya pasó – le sonrió dulcemente.

La mafia | Vᴇʀsɪᴏ́ɴ ZʜᴀɴʏɪWo Geschichten leben. Entdecke jetzt