–No quiero imaginarme como será con las rancheras –se suelto a Liam, quien se ríe de mi ocurrencia.

– No lo invoques –me dice divertido, y así platicamos todo el viaje, no me cansaba de hablar con él, siempre con el tema de conversación a la mano, y eran entretenidos además.

Llegamos a la casa unos minutos más tarde, me adelante para abrirle la puerta a Liam, quien traía a Yaina cargada, se dije que lo recostara en su cama, que yo me encargaría desde ahí de ella, en la puerta principal nos despedimos, cerré la puerta y subí al cuarto.

Ayude a mi emborrachada amiga, a bañarse y vestirse, para después hacerlo yo, y poder descansar unas cuantas horas.

*Fin del Flashback*

Verla hacer eso de nuevo, no lo niego sería divertido, pero no es lo que se debe hacer, ¿aguafiestas? ¿Yo? Solo me preocupo de ella.

Llega mi buen amigo cantinero, con dos botellas más. Ambas giramos a verlo.

–Liam no hemos pedidos más tragos.

– No es necesario –me responde, y noto el ligero toque de burla en su tono.

– Ni creas que por tráelos así no más, te los pagaremos –le suelta Yaina, toma las dos copas de la bandeja que trae el gringo, y me pasa una, la cual acepto.

El rubio en frente de nosotras se endereza y procede a decir– Son de parte del dúo de caballeros que están en aquella esquina.

Sin disimulo Yaina y yo, miramos a la esquina que nos había señalado el gringo con un gesto, que después de eso se fue a la barra. Vimos a dos tipazos, unos parecía asiático, con el cabello lacio, negro azabache, piel tersa y blanca, y ojos igualmente negros, era alto flaco, su compañero era más corpulento, traía una smoking que se le ajustaba al cuerpo, dejándose notar su firme torso, su cabello era marrón oscuro y sus ojos verdes como aceitunas, no sabría decir de donde pueda venir.

Ambos nos elevaron sus copas, y nosotras hicimos lo mismo, nos volteamos para seguir hablando entre nosotras, cuando ellos se levantan de sus asientos y nos invitan a bailar.

Yaina se va con el asiático, y yo con el de los ojazos verdes que mientras hablaba con él en el baile descubrí que era español, y no bailaba mal, de hecho era el único que me había puesto un reto, el único que me guiaba hasta ahora, todos los otros con los que he bailado aquí termino guiándolos.

Lo que quedo de la noche estuvimos cada una con unos de esos buen mozos, al final se ofrecieron a llevarnos a casa y dije (¿Por qué no?), los dos tenia autos, muy bonitos y al parecer muy caros, me subí en el coche negro de aquel español, los asientos eran suaves a sí que me recosté al espaldar.

La sorpresa vino cuando encendió el auto, aquello rugía como una bestia, el hombre al lado mío parece notarlo pues suelta una carcajada, y al voltear a verlo me fijo en esos ojazos que si las miradas mataran, ya me estuvieran rezando.

El corazón lo tenía en la boca unos minutos después de arrancar, las luces de la calle, parecían una sola pista, de lo rápido que iba el sujeto, al rato empecé a acostumbrarme y relajarme, le fui diciendo como llegar a mí a partamento, al llegar me bajo del vehículo dispuesta a entrar en el edificio.

Cuando escucho la puerta del coche abrirse, y resulto que el galán que me acompaño toda la noche, me salió sínico, no me dio tiempo de reaccionar cuando ya me estaba besando. (Pero no me disgusta, besa rico).

‒ ¿Cómo te llamas? ‒es verdad, estoy segura de que no había sido por los tragos, entonces me pregunto ¿Cómo es que ninguno de los dos se sabe el nombre del otro?

La Respuesta De La Venganza (Editando)Where stories live. Discover now