Karina.
No, prefiero que vengas tú al hotel donde estoy hospedada, no me gusta dejar mis datos personales por ahí. Apuesto a que Andrés no es tu verdadero nombre.
11:16 p.m.

Andrés.
Va.
Pásame la dirección y todo.

11:16 p.m.

En cuanto la chica le dio la dirección del hotel y el número de habitación, él salió del hotel, antes pasó para comprar condones y lubricante. Caminó unos minutos más y dentro de poco ya estaba frente al hotel, cruzó la entrada y justo como la chica mencionó, le incomodó tener que dejar su información personal en la entrada para que lo dejasen pasar.

Subió por el ascensor y empezó a idear un plan. Quizá podía hacer algo para mejorar sus habilidades tratando a las chicas y no solamente ir rápido a desabrochar su sostén, aunque muchas veces se lo tenían fácil y no llevaban puesto. Bueno, él en su perfil había dejado en la descripción que le gustaba que no llevasen ropa interior puesta. 

Pensó en las cosas románticas que podría hacer, en uno de los pisos un señor se subió y presionó el botón al piso al que quería ir. Vio que era al mismo al que iba él y le pareció raro que lo presionara de nuevo. 

Ya tenía una lista mental de todas las cosas que podría hacer, podía decirle cosas románticas mientras besaba su cuerpo, recordaba como eso funcionaba en las series que veía. Quizá desnudarse para que ella se impresionara al entrar, pero no podría, ella ya estaría en el cuarto. No había tiempo de ir a comprar rosas y sería raro, ella solo lo esperaba para tener sexo. Era imposible idear algo. 

Bajó del ascensor y caminó por el pasillo buscando la habitación. Revisó en el chat de la chica el número que ya no recordaba, pero ahora le era imposible encontrar el chat de la chica entre todos los chats que tenía sin ver, los nuevos que le habían llegado y otros. 

—Bueno, terminaba en siete —murmuró y entró en la habitación que creyó sería la de la chica. Recibió un mensaje, era de ella, le avisaba que estaba en el baño, pero que había dejado la puerta sin seguro. No abrió el chat, lo había leído desde las notificaciones y lo dejó en una mesita junto a lo demás que llevaba.

Él ya estaba adentro y efectivamente no había nadie en el cuarto y la puerta del baño estaba cerrada. Se propuso intentar la idea de desnudarse y ver qué pasaba. Se miró en el espejo de cuerpo completo que estaba en la habitación. Desde su primer día en la capital hasta ahora, no había ido al gym, pero sus músculos seguían ahí. No era un fisicoculturista, pero se veían sus bíceps, tríceps, abdominales y pectorales, estaba orgulloso de lo que había logrado.

Desabotonó su camisa y se la quitó, luego sus botas y jeans ¿Debía quitarse los jeans?  Vio que ya empezaba a tener una erección, su idea le estaba excitando, no podía evitarlo. Desde que llegó de la capital no había usado tanto la aplicación, así que eso influía también. 

—Al diablo. —Se quitó los boxers y se lanzó a la cama. Apoyó su cabeza en su mano derecha para que de este modo se flexionara su bíceps. Su celular vibró en ese momento, se estiró para agarrarlo, lo había dejado en la mesita al lado de la cama junto a los condones y el lubricante.

—Hola, ¿ya oíste que llegué? —lo dijo muy emocionado, le gustaba que su plan iba a la perfección.

—Eh... no veo a nadie en el cuarto. —Se escuchaba como ella abría y cerraba puertas—. ¿Seguro que estás en el 47?

—Sí, en el cuarto 87. —Claramente no entendió el número por tercera vez en todo el día.

—No... 47 —respondió, pero esta vez más despacio, fuerte y claro, cosa que asustó al chico.

La cruzada del millón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora