¿Los Parker con miedo?

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Todos somos extraños a nuestra manera. Todos guardamos algún que otro secreto. Nuestras mentes piensan que algunas cosas son buenas, y otras malas. O que la verdad es sólo una, y no hay más puntos de vistas.

Me diran loca, psicópata, puede,  que hasta asesina. ¿Y saben que?. Me da igual.

Sólo tenía a Alexandro. Solo me tenía a mi. Sólo eramos dos, y eso estaba bien. Matar, nuestro propósito. No hablar, su responsabilidad. Ser fría y despiadada, mi mayor juego.

Porque era mi juego, mío. Yo era la muerte en persona. Yo había creado el juego de la muerte. Y sólo habría un ganador. O un perdedor...

---- Está noche no podremos Alexa.---- me dice mi hermano.

Yo le miro algo enfadada. Aunque es mi expresión habitual.  Muevo mi mandíbula de derecha a izquierda. Pensando, y también en modo desesperación. Alexandro me mira y sus labios se alinean, en una expresión neutral, como de costumbre.

---- Te pedí, sólo una cosa. No la cumpliste.---- miro sus ojos verdes oscuros, con pequeñas grietas en un amarillo claro, llegando a un color café.---- Es la tradición. Nuestra tradición. Y no hables, que supuestamente, eres de pocas palabras.---- dejo de mirarle. Y me fijo en las gotas de lluvia que van callando por una de las ventanas del comedor.--- hablaremos en casa.

El asintió. El murmullo que se escuchaba se detuvo, cosa que me dio curiosidad. Nunca le di importancia a chismes, o murmullos del Instituto. Eso no estaba en mi lista de cosas importantes.

Pero esta era la excepción. Ale me miró igual de extrañado, no era habitual que todos los estudiantes se callasen al mismo tiempo. Ningún adolescente excepto Ale y yo, eran de parar conversaciones. Claro, si no era algún motivo importante, o relevante.

Las miradas de los estudiantes se centraron en la puerta del comedor, que quedaba a nuestra derecha. Al principio creí que nos miraban a nosotros, cosa que era imposible. Nadie miraba a los hermanos Parker. Y no exactamente porque no llamaramos la atención. Todo lo contrario.

Volteamos muestras caras a la derecha. Y comprendimos el silencio. Todo era por los nuevo estudiantes, los del traslado a mitad de curso. Cosa poco posible. Pero sospechoso para mi. Nada pasaba porque si. Y yo quería descubrirlo. Lo haría.

Dejando mi curiosidad de lado.

Los hermanos Clark, eran nuevos en el colegio. Guapos. Eso estaba de más decirlo, sino no robaran las respiraciones de todas las estúpidas adolescentes hormonales de este lugar.

El menor de ellos, Jackson Clark. Era ese tipo de chico que cualquier adolescente quisiera para un amor cliché. Pelo negro, el más oscuro jamás visto. Era alto, un poco delgado. Y ahora que lo observaba bien, tenía tres tatuajes en el brazo derecho. Vestía un pulover blanco a mitad de brazo, y unos pantalones negros. Junto a unas botas algo desgastadas.

Era algo normal. Pero no era mi tipo. Ni siquiera tenia uno. De hecho, era mejor que no fuese mi tipo. Lo digo por su bien.

Pero no pude decir lo mismo de su hermano mayor.

El mayor de los Clark, Richard. Tenía el pelo negro al igual que su hermano, tal vez más largo y más despeinado. Sus ojos se podían notar de color azul, ya que no estaba tan lejos de mí. Más alto que su hermano, y un poco más fuerte que el. En su labio inferior llevaba un aro de color negro. Al igual que en su oreja derecha. Llevaba puesto unos pantalones negros, poco ajustados. Una camisa a mitad de brazo, que dejaba ver por los primeros dos botones que llevaba sacados, un tatuaje que comenzaba en la parte derecha de su pecho, y terminaba en sus dedos, con algún especie de símbolo. O al menos eso imaginé, ya que tenia encima una chaqueta negra.

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