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El clima invernal azotaba todo el horizonte, las nubes grises adornaban el oscuro cielo, los árboles cubiertos de nieve desprendían unas ganas indescriptibles de acostarse debajo.

Copos de nieve casi invisibles caían, adornando las calles de un color escarcha brillante.

Sin duda una excelente mañana del tres de Diciembre, aunque era difícil saber la hora con exactitud.

Parecía que ni un alma se atrevía a salir de sus cómodos y cálidos hogares por el frío infernal que llenaba el ambiente, quien saliera con este clima seguramente quería pescar un resfriado.

Lastimosamente, la joven chica que estaba apoyada en uno de los postes cruzada de brazos era demasiado obstinada para quedarse en casa.

Su piel pálida estaba tan fría como el hielo, pequeños temblores la atacaban de vez en cuando, sus desordenados cabellos lila estaban cubiertos de la nieve que caía del cielo, y le cubrían parte de la cara al tenerlo suelto del todo. Sus párpados pesaban, cerrando constantemente sus cansados y profundos ojos amatista.

Apesar de su terrible apariencia, se negaba a dejar su posición.
Tenía algo que hacer y no se movería de ahí hasta cumplirlo.

Se maldijo a si misma por creer que no tardaría tanto y salir sin abrigarse completamente. Su única ropa era una blusa lavanda de mangas medio largas hecha de seda, con una falda medio larga y medias que definitivamente no servían para resguardarla del nefasto frío.

Le habían dicho que no saliera, pero era demasiado terca como para seguir una simple instrucción, las palabras de su abuelo resonaron como cuchillas afiladas en su mente desde que sintió al viento salvaje hacer contacto con su piel y que lograra someterla a lo que la mayoría conoce como “estar congelado”.

Aún podía escuchar sus advertencias y gritos desesperados intentando detenerla desde el portón de la mansión, pero ella no escuchó.

La habían citado aquí y le habían dicho que no tardaría en llegar, creyó eso y no sintió necesario abrigarse mucho, bueno, dos horas esperando eran suficientes como para congelarse.

Había estado disfrutando del panorama que le ofrecía la hermosa mañana, hasta que el ya conocido sonido timbre de su celular la hizo voltear su vista hacia el.
El mensaje que le llegó le hizo saber que no había tiempo que perder, a la velocidad de la luz emprendió su viaje, apenas dándole tiempo para vestirse y avisar a su abuelo.

Se sentía estúpida por dejar que sus instintos la dominaran, normalmente se tomaba las cosas con calma y analizaba todos los puntos y detalles. Y eso fue lo que hizo, excepto el considerar la falta de puntualidad de su cliente.

Se le presentó como Kaede Akamatsu, la conocía por la escuela a la que asistía, y por qué se había cruzado e intercambiado palabras con ella una que otra vez, ya que su novio era miembro de una de las agencias de detectives y habían convivido de vez en cuando, la había citado en ese lugar para que se encontraran, contándole que tenía un problema urgente con uno de sus amigos y que era urgente verla de inmediato.

Al llegarle el mensaje no quiso perder tiempo, cada segundo era valioso para la peli-malva y si esta chica enserio la necesitaba debía ser lo más puntual posible.

Ahora que lo pensaba haberse tardado un rato no habría estado mal, ya estaba cansada de esperar y no quería seguir ni un segundo más ahí.

Ignorando el ardor que sentía al mover sus brazos después de no hacerlo un largo rato encendió su celular y comenzó a teclear las palabras a Akamatsu– Que había registrado su número– poniendo que era mejor posponer su reunión y que estaba cansada de esperarla, cuando por obra de la mismísima mala suerte que le acompañaba el día de hoy, el celular se apagó, dando a entender que se había quedado sin batería.

ᎻᎬᎪͲᎻᎬᎡ【𝙽𝚊𝚎𝚐𝚒𝚛𝚒】·𝗢𝗡𝗘-𝗦𝗛𝗢𝗧·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora