46. Secreto a voces

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Laia la miró con una pequeña sonrisa triste, aunque ahora doliera, sabía que Luisita tenía razón.

– Gracias, Luisi.

La rubia le devolvió la misma sonrisa dulce, porque aunque tuviera los mismos sentimientos que tenía esa chica hacia ella, le tenía mucho cariño y realmente le deseaba lo mejor. Sin poder evitarlo, se acercó a ella para dejarle un beso en la mejilla, y Laia sintió que ese beso sabía a cierre.

En cuanto la rubia se separó, no supo por qué, sus ojos se fueron directamente a la barra del King's, pero luego entendió que era imposible estar en la misma sala que aquellos ojos miel y no quedar atrapados por ellos como si de un imán se tratasen. Antes de que le cundiera el pánico al pensar que Amelia podría haber malinterpretado aquel beso, la ojimiel le dedicó una de esas sonrisas que sólo tenía para ella, y Luisita también le sonrió aliviada de vuelta antes de que Amelia volviera a girar la cabeza hacia Natalia que estaba a su lado.

Y aunque cuando se miraban sentían que dejaba de existir el resto, no era así, y Laia fue testigo de aquello, haciendo que todas las piezas encajasen.

– Supongo que no se puede luchar contra el primer amor, ¿no?

Luisita la miró y no vio reproche en sus ojos. Todo su circulo cercano sabía que Amelia fue su primer gran amor, sobre todo porque Mateo se encargó de todos lo supieran en la fiesta anterior cuando borracho, al ver cómo Amelia seguía mirando a la rubia. Luisita no se lo reprochó, en realidad le hacía gracia ver cómo su amigo, después de tantos años, seguía ilusionado cuando había un mínimo acercamiento entre ellas.

– No, supongo que no. – le respondió sincera.

Le volvió a sonreír como despedida y se levantó para dirigirse a la barra en busca de su novia y sus amigas. Se habían colocado junto a Marina que seguía en la barra hablando con María, así que Luisita se unió a ellas.

– Buenas. – dijo como saludo general con una sonrisa que hacía que Amelia quisiera mordérsela.

– ¡Luisita! ¿Qué tal? ¿Cómo llevas la noche?

Lourdes parecía mucho más cercana que otras veces. Luisita siempre supo que desde que alejó a Mateo de su vida, las amigas de su hermana se posicionaron al lado de éste y nunca comprendieron qué fue de la chica rubia inocente que perseguía a su hermana mayor a todos lados. Sin embargo, desde que había cortado con Bea y, sobre todo, desde que necesitó a Lourdes con la sextorsión, se dio cuenta de que en sus caras, cuando antes había rechazo, ahora había comprensión, sororidad y algo de culpabilidad por haberla juzgado.

– Muy bien, hay muy bien ambiente. Aunque creo que no puedo decir lo mismo de tu hermano. – dijo la rubia señalando a Mateo que bailaba de forma ridícula debido al nivel de alcohol.

– Este chico...

– Desde luego es un Ordoñez. – comentó Cris provocando que su novia frunciera el ceño con fingida molestia.

– Bueno chicas, vuelvo con el resto. Luisi ahora te veo. – comentó Marina mientras ya se alejaba

– Si, yo también voy a seguir trabajando, que si no levanto yo este bar no lo hace nadie. – masculló María mientras se alejaba del grupito.

– Pues nada, nosotras vamos a la mesa. – dijo Natalia cogiendo la cerveza que tenía puesta sobre la barra. Al ver que sus amigas la seguían menos una, se extrañó. – ¿Vienes, Amelia?

– Pido mi bebida y ahora voy. – respondió Amelia que aún no había hablado.

Natalia hizo un repaso visual, viendo cómo todas tenían bebidas en la mano menos Amelia, que parecía que se había quedado atrás a la hora de pedir. Asintió y las tres se fueron a la mesa del reservado dejando sola a Luisita y a Amelia.

Un refugio en ti (#1)Where stories live. Discover now