CHAPTER 1

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–¿Creen que la estamos asustando? –Wooyoung preguntó sin dejar de mirarla

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–¿Creen que la estamos asustando? –Wooyoung preguntó sin dejar de mirarla.

Los siete hombres restantes desviaron la mirada hacia la dirección en la que el pelinegro miraba, lo que provocó que la niña se encogiera aún más en su lugar al tener todos los ojos de la habitación en su figura.

–Si sigues mirándola así, por supuesto que la asustarás –Hongjoong gruñó y se colocó delante de la niña para taparla de los ojos de los demás.

–¿Qué se supone que haremos? –Yeosang preguntó después de golpear el brazo de Jongho y Mingi a sus lados para que dejaran de mirar a la niña.

Hongjoong suspiró, él tampoco tenía idea. En el momento en que la encontraron en el barco que no hace mucho destruyeron, en lo único que había pensado era que definitivamente tenían que sacarla de ahí. Así que después de que la pequeña aceptara su mano, la ayudó a levantarse del sucio piso. Tuvo que apresurarse a sostenerla cuando no pudo mantenerse de pie gracias a sus piernas temblorosas. Le preguntó si podía caminar, y la niña negó con la cabeza, así que no tuvo más remedio que cargarla después de pedirle permiso y la llevó en brazos hasta la cubierta. Y la ira lo consumió cuando, apenas la niña vio a los hombres amarrados en la cubierta, comenzó a temblar despavorida.

Si no la hubiera tenido en brazos, estaba seguro de que se habría acercado al maldito capitán y le hubiera desfigurado la cara. Aunque no fue él quién lo hizo, fue Seonghwa el que se acercó al hombre y lo golpeó lo suficientemente fuerte para que se le cayera un diente.

Hongjoong jura que quemar aquel barco con todos los hombres arriba fue la mejor decisión que tomó en su vida.

Cuando volvieron al Aurora, todos se quedaron mirando al capitán; o más específicamente a lo que llevaba en sus brazos. Como aún no estaba muy seguro de que estaba pasando, además de que la niña no paraba de temblar en sus brazos, mandó a todos a descansar después de felicitarlos por el exitoso saqueo.

Se llevó a la pequeña a su habitación mientras sentía a Seonghwa a sus espaldas en todo momento, pero no era el único que lo seguía, otros seis curiosos hombres caminaban silenciosamente detrás de la pareja.

Así que ahí estaban ahora, en el despacho del capitán discutiendo qué hacer a continuación.

–Podríamos... entregársela a Chungha –sugirió Jongho con voz queda y una mano en la barbilla. Hongjoong lo meditó un segundo y asintió.

–Creo que es lo mejor. Estoy seguro que sabría qué hacer con ella. Aunque no sabemos dónde está ahora, tendremos que cuidar de ella en lo que la encontremos —dijo el capitán. Los hombres asintieron de acuerdo.

–¿Qué se supone que le daremos de comer? ¿Dónde dormirá? ¿Qué le pondremos? –Wooyoung comenzó a soltar un montón de preguntas de una sola vez, como si no necesitara respirar entre medio de cada una.

STAY | ATEEZWhere stories live. Discover now