—Estoy adicta a ti —posé mi nariz contra la suya, acariciando su barba de algunos días sin rasurar—. ¿Qué has hecho conmigo?

—Eso debería decírtelo yo a ti, pequeña —sus ojos claros estaban puestos en los míos. Me observaba en silencio mientras acariciaba mi espalda—. ¿Recuerdas lo que te dije hace un rato? —frunció el ceño.

—¿Sobre qué o qué?

Adrián puso los ojos en blanco y me hizo caer sobre la cama, levantándose de esta para tirar de mis piernas.

—Espera, ¿a dónde me llevas? —me quejé cuando me cargó en brazos—. Creí que tendríamos más sexo.

—Debemos salir de aquí antes de que salga el sol —me avisó y nos metió a ambos en la bañera estilo jacuzzi—. Cuando amanezca, vendrán a cerrar este lugar para comenzar con los trámites del nuevo orfanato —se sentó junto a mí para disfrutar del agua calientita que salía del hidromasaje.

—Está bien —lo miré con ilusión. Estaba totalmente embelesada en sus ojos. Sin embargo, su seria mirada parecía buscar respuestas en los míos—. ¿Te sientes bien? —carraspeé.

—Sí —esquivó mi mirada y sujetó el gel para el cuerpo que se encontraba junto a los demás productos de baño que habían en la bañera—. Voy a bañarte —me dijo con decisión y cuando echó gel sobre las palmas de sus manos, comenzó a frotar mi cuerpo una y otra vez, causando que me relajara.

Como estaba sentada sobre sus piernas y dándole la espalda, aproveché para cerrar los ojos y apoyar mi cabeza sobre su hombro y parte de su cuello, mientras que sus manos frotaban mis pechos y mi abdomen.

—Andy —sujeté una de sus manos y la coloqué sobre mi pecho para que sintiera como mi corazón latía desenfrenado gracias a él—. ¿Lo sientes?

—Sí, ¿por qué estás tan agitada? —se preocupó.

—No, no es eso —carraspeé y sonreí para mí misma al mantener los ojos cerrados—. Es que ahora mismo estoy un poco más enamorada que ayer. Siempre lo he estado, pero hoy lo estoy más —me sinceré.

—¿En serio? —percibí que tragó saliva.

Me giré sobre su cuerpo y sujeté ambas manos, colocándolas sobre mi pecho.

—Late así por ti —lo miré a los ojos—. Mi corazón solo te pertenece a ti. Te amo, Adrián Wayne. No lo dudes.

De repente y como si nos hubiésemos estado conteniendo por el hecho de que hacía rato habíamos tenido mucho sexo ardiente, volvimos a descontrolarnos como dos animales en celo y nos comimos a besos en el interior de la bañera como si no hubiese un mañana.

—Te amo, Aly —sujetó su miembro bajo mi entrepierna para penetrarme de sopetón—. Te amo tanto, maldita sea —gruñó cuando me penetró con decisión y comencé a moverse sobre él de manera febril—. Esto que siento es tan grande, que me da miedo —me arrinconó contra la pared de hidromasaje y continuó embistiéndome con fuerza.

En el desenfrenado acto, volvimos a comernos a besos ardientes y nuestros gemidos de dolor y placer se mezclaron con nuestras respiraciones. Cuando volvimos a llegar al orgasmo, lo hicimos de manera escandalosa. No paré de gritar su nombre una y otra vez mientras él maldecía de gusto al empujar su miembro contra mi vagina un par de veces más, derramándose en mi interior sin despegar su boca de la mía.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Where stories live. Discover now