Sobre la mitología de Ethagrîm

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Antes del mundo, cuando nada existía, solo había energía, energía infinita y poderosísima.

De esa energía surgió Emurith, el Único, un ser hecho de la más pura energía de todo el Vacío. El creó Âthrëndil, el Mundo, una masa esférica de tierra y roca para que fuera habitada por seres como él, y puso en el centro de Âthëndil su propio corazón hecho de fuego para que jamás se congelara, pero Âthrëndil era estéril, pues la energía del Vacío tocaba su superficie en forma de rayos eléctricos que quemaban el suelo y lo volvían yermo.

Así que Emurith dijo "Que a Âthrendil lo cubra un manto de aire para que funcione como escudo y la energía del Vacío no la dañe" dicho esto, empezó a girar sus manos y de ellas surgió un remolino de aire, que poateriormente se relajó y el aire cubrió el Mundo con su manto protegiéndolo de la energía del Vacío, pero eso no era suficiente, ya que aún no podían existir criaturas. Sin saber por qué, Emurith se puso a pensar, y sin que se diera cuenta, un fragmento de roca que había sobrado de la creación del mundo y que había estado vagando por el Vacío se estrelló contra El Mundo y Emurith se asustó, pues penso que el impacto habría destruído su obra. Mas cuál no fue su sorpresa al ver que, donde el meteorito había impactado, se había formado un crater pequeño, que en su interior tenía un líquido transparente y ligero, un líquido que podía refrescar hasta la sed más profunda, el agua.

Alrededor del lago que se había formado, Emurith vió como unas extrañas formas de vida crecían, eran las plantas, un verde pasto que recubría todo el perímetro del lago, preciosas flores esparcidas en todos lados, árboles enormes, etc. Y Emurith se sintió complacido, pues por fin había creado vida, mas esa vida que había creado no era la que el quería, y penso que si creaba más formas de vida estas necesitarían el agua y con lo poco que había no alcanzaría para todos. Y la fortuna quiso que Emurith se clavara la espina de una rosa en su dedo pulgar del pie, y de la herida salió el mismo líquido del lago, agua, así fué como El Único había descubierto que el agua era su propia sangre, por lo que se hizo un corte en el brazo y de ahí surgió una poderosa cascada que cayó en El Mundo y formó océanos, mares, ríos, lagos, lagunas, etc. Pero Emurith se aseguró de dejar algunos pedazos de tierra secos que llamó continentes, entre los que se encuentran dos más importantes: Ethagrîm, qie luego se convirtió en el único lugar habitado por mortales después de la Era de los Antiguos, y Cäzlunn, un continente aún más grande que Ethagrîm pero mucho más pobre en plantas, ahí habitó el pueblo de los Antiguos antes de su caída contra los Ûhark-Häk.

Contento con su obra, Emurith decidió que era hora de crear una criatura a su imagen y semejanza. Así que, de in trozo de madera, hizo la primera figura humana, mas este intento fracasó, pues la madera se rompía al doblarse y se hichaba al mojarse, por lo que intentó de nuevo, pero esta vez con piedra, con el mismo resultado, así que intentó una tercera vez, pero ahora usó carne de su propio cuerpo arrancada de si dedo meñique de la mano izquierda. Con esta creó una figura humana y la vistió con piel, le puso un casco de cabello y cubrió sus ojos de color, a él lo llamó Frist, que significa Primero, mas Frist estaba solo y aburrido, así que creó otra figura llamada Scondû, que significa Segunda, pues esta era mujer. De su descendencia sirgieron los Primeros Hombres, posteriormente conocidos como los Ethar, los Altos en su propia lengua. Estos eran de una estatura superior a los dos metros y tenían una fuerza (física y de voluntad) impresionante, luego Emurith vió que su obra era hermosa y decidió crear más razas, estos serían todas las especies de animales conocidas y por conocer en la actualidad.

Los Ethar, al preguntarles Emurith donde querían vivir, se decidieron por Cäzlunn, pues en esta había un poco menos de vida que en Ethagrîm, y ellos querían equilibrar eso.

Emuroth estaba contentísimo con su obra, mas entendió que él solo no podía reinarla entera, así que salió al Vacío y creó un remolino con su propia energía que, al mezclarse con la energía del Vacío, generó otros tres entes: Abbarëth, el que rige el viento y el cielo, Olumë, la que gobierna los mares, y Hellbrothk, el soberano de los muertos, encargado de llevar a las almas errantes de los muertos a su palacio en lo más profundo del subsuelo.

Mas del Remolino surgió otro ente que Emurith no había previsto: Sharôd, el oscuro. No gobernaba nada, y, al ser el último en nacer, había sido formado con muy poca energía de Emurith y mucha energía oscura del Vacío, por lo que constantemente sentía dolor y odiaba a Emurith, ya que le echaba la culpa de su sufrimiento. Tenía la piel blanca y arrugada, y en vez del hermoso cabello que tenían los Seres, tenía unos pocos pelos largos surgiendo de la cabeza, y unas negras garras en sus gruesos y arrugados dedos. Pero, al igual que los otros Seres, tenía un poco de la energía creadora de Emurith, así que podía crear lo que quisiera, así que creó una raza idéntica a él, feos y arrugados eran los Ûhark-Häk, hechos para odiar y batallar, y Sharôd los envió a Cäzlunn, pues destruir a los Ethar era la única forma de vengarse de Emurith. Larga y horrible fué la Guerra de Seres, pues no solo los Ethar y los Ûhark-Häk peleaban, también lo hacían los Seres, cuando estos peleaban levantaban montañas y todo tipo de relieves y fenómenos geográficos.

Al final, los dioses lograron reducir a Sharôd, pero los Ethar no esperaban ese ataque, por lo que fueron facilmente derrotados y masacrados. Los Ûhark-Häk los mataron a todos, hombres, mujeres, niños y ancianos, todos fueron horriblemente asesinados. Como los Ûhark-Häk estaban ocupando la tierra de Cäzlunn, los Seres decidieron poner a las razas a salvo en Ethagrîm, pero no podían superar la pérdida de los Ethar, así que entre todos trataron de crearlos de nuevo, pero estos no eran tan altos y hermosos como los Ethar, y eran de pensamientos más oscuros, y, al contrario de los Ethar, pensaban en su propia comodidad a costa de los demás.

Los Seres trataron por todos los medios de educarlos, pero simplemente esa era su naturaleza, así que solo pudieron escribir en piedra del mar proporcionada por Olumë, las sagrada escituras que luego los Oradores traspasaron a grandes tablas de oro puro, que narran las historias de su propia mitoligía.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2015 ⏰

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