C a p í t u l o Ú n i c o

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El ruido de miles de personas juntas en un solo espacio era solo demasiado para los viejos, gastados y delicados oídos de Jiang Fengmian.

Uno de los inversionistas más importantes de Jiang Enterprise (y uno de los pocos amigos con los que contaba al día de hoy) le pidió, inesperadamente, que lo acompañará al concierto de un famoso cantante juvenil.

Eso era una vil mentira, Jiang Fengmian, voluntariamente se había metido en este enrollo. No recordaba el nombre del artista que se iba a presentar esa noche, pero al parecer era lo sufientemente famoso como para que sus entradas estuvieran agotadas solo minutos después de que salieran a la venta, dejando paso a revendedores que pedían por poco su propia alma.

Ma Zhiqiang era un hombre fuertemente comprometido con su familia, habia admirado desde que se conocieron, así que en una de las tantas reuniones del consejo, caminando hacia uno de los restaurantes Nie, no le sorprendió que le comentara el como su hija más pequeña estaba seriamente obsesionada con este hombre mayor, tan guapo y enigmático; teniendo toda su habitación llena con pósters del muchacho. El señor Ma podría apostar que su pequeña sabía mejor la vida del joven artista a la Historia de China, comentó riendo en esa ocasión su progenitor.

Jiang Fengmian, como cualquier hombre racional, externó su preocupación por la obsesión de la chica, comentado que no era bueno que una jovencita estuviera interesada en hombres adultos. Ma rió largamente, colocando una mano encima de su compañero, como si se tratará del mejor chiste, tranquilizando su mente y afirmando que se relajará, que era completamente normal el que una adolescente tuviera pasatiempos, aun más una pequeña obsesión con alguien. Además, que mejor que por un chico que, el afirmaba e insistía era una buena influencia para su juventud china, siempre apoyando a sus fans, imoulsandolos y fomentando el amor, además de poseer una reputación intachable. Así que su hija estaba bien en sus manos, ademas, el hombre no era tan mayor.

'Tan' era la clave en esa frase, insistía Jiang Fengmian. El hombre a su lado seguía riendo, le comentó que la edad de este cantante era similar al de su hija mayor, así que estaba bien, y que se relaja un poco, de cualquier forma, hombres adultos cmo ellos tenían experiencia, y aún más el Jiang que él, ya que con sus hijos eran ahora adultos exitosos, incluso con hijos, posiblemente Fengmian ya había pasado por algo similar a esto.

Jiang Fengmian oía como el hombre reía alegre, olvidando el tema y contándole sobre cómo su hija había obtenido una nota muy alta en su último año escolar y demás logros de su pequeña. Fengmian, en cambio, estaba tratando de pensar en alguna anécdota similar al de su amigo, la graduación de Yanli tal vez, ¿realmente pudo asistir? o esa vez que Wei WuXian había ganado el partido de béisbol en su octavo grado, pero era muy en lo pasado como para saber si realmente sucedió algo como eso, y con WanYin... bueno. Para él, todo era muy borroso, y ahora que los niños eran adultos y habían volado muy, muy lejos de él, su mente no lograba pensar en algún momento alegre con sus hijos, al menos no como el padre orgulloso que estaba a su lado que parecía que su mente y repertorio no tenía fin.

Es así como se vio envuelto en esta situación, maldijo en voz baja. En otro acto de amor hacia su hija, Zhiqiang había comprado boletos VIP (tan caros que le dolía si propio bolsillo) para la última función del artista favorito de su hija como regalo adelantado de cumpleaños, olvidado claro que justo en esas fechas el hombre estaría fuera de China, dejando a su pobre hija sola en un mundo hostil de fangirls locas, o algo así lloriqueó tristemente en el hombro de Jiang Fengmian.

"¡Y encima su hija ni siquiera estaba molesto con él, lo cual lo hacía sentir mil veces peor!"

Viendo la penumbra de su amigo, a Fengmian no le pareció mala idea brindar su ayuda, ofreciéndose a sí mismo como el buen y amable hombre que es, a escoltar al tesoro mas joven de los Ma. Los ojos de su amigo se iluminaron inmediatamente, como si hubiera frente a él un santo y no un hombre con mucho tiempo libre, el menor de ellos ya agradeciendo reiteradas veces a su amigo, inclinándose y ofreciendo una cena próximamente, llamando inmediatamente a su hija para dándole las buenas nuevas.

Send My LoveWhere stories live. Discover now