Capítulo 2: El arma de los Adeptos

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Aphelios sintió un escalofrío. Aquella mujer se veía dulce y amable, sin embargo sabía sobre él.

Retrocedió dos pasos, su mente estaba en blanco.

—¿Qué es esa mierda de Adeptos?— Cuestionó el jefe mientras observaba la figura aterrorizada del menor.Lo espantas.

La mujer se levantó del sofa de un tirón y reverenció al chico frente a él, quien permanecia como una estatua.

¡Lo lamento tanto! Es... una mala costumbre mía.Dijo ella ladeando la cabeza.Me llamo Soraka.

Ella extendió su mano hacia el azabache. Él solo se limitó a recapitular todo, aunque habían estrechado sus manos, no lograba comprender como sabía sobre él.

Qué tanto sabía.

Tragó saliva. Comenzaba a agitarse. Si su gente supiera que alguien más conoce de ellos y sus costumbres, contaría como traición.

Ella ve el futuro o una mierda así— Sentenció sett. Mientras miraba de reojo la incómoda situación.

Disculpa que sea un poco tosco al hablar, puede ser rudo pero mayoritariamente sus intenciones son buenas.La peliblanca sonrió e invitó a Aphelios a sentarse.

"¿Mayoritariamente?" Pensaron ambos chicos. Mientras cruzaban miradas.

Fue descortés de mi parte ver el futuro de un humano. Pero, me alegra saber que no eres cualquier humano Susurró la mujer, guiñandole un ojo.

Aphelios apartó la mirada de ella, ¿Qué debía hacer?

Y de todo lo que viste de él en tu viaje astral, ¿No averiguaste si es mudo o simplemente un imbecil con mala educación?El más alto gruñó por lo bajo con la mirada de reproche de la mujer.

Lo sabrás cuando el momento llegue, Sett. Mientras tanto deberías respetar sus decisiones.

Aphelios odiaba la situación se sentía como la atracción principal y más estúpida de un circo.
Se levantó y con una rápido reverencia subió a la habitación donde había pasado las noches.

Tomó su bolso y se dirigió hacia la sala.

Volvió a hacer una reverencia y se encaminó a la salida.
Sentía una mirada clavada en la nuca pero decidió ignorarla.

El azabache maldecía a su garganta, no pudo decir ni una palabra en agradecimiento.
Su cuerpo cada vez toleraba mucho menos el Noctum.

Se sintió culpable, sabía que estaba siendo descortés.

Debía darse prisa.

Salió de la casa y el sol le deslumbró los ojos, dejándolo cegado por unos instantes. Sintió la fría brisa entrar por la holgada ropa que llevaba, suponía que era ropa que a Settrigh no le gustaba o ya no le quedaba.

Dispersó los pensamientos inútiles y de su bolso sacó su mapa. Debía dirigirse lo antes posible con un curandero de las afueras de Jonia.

Pero... ¿Dónde se encontraba?
El sol cada vez se hacía más intenso. No había ni una persona cerca.

Aphelios comenzaba a sentirse inquieto, mientras se posaba bajo un enorme árbol, sintió la presencia de alguien.

Guardó su mapa y dio la vuelta.
Sus ojos chocaron con un pecho trabajado, subió su mirada para toparse con unos ojos ámbar, tan intensos que el más bajo sentía que le calaban los huesos.

Aphelios no se dio lugar para pensar que aquel hombre frente a sí era realmente insistente.
Parecía querer algo y de alguna u otra manera lo inquietaba el pensar que esperaban algo de su parte.

Más los pensamientos del azabache quedaron como simples pesares, ya que ninguna palabra salió de su boca.

El jefe miraba impaciente a aquel chico que después de observarlo a los ojos simplemente se quedó cabizbajo.

Ninguna palabra otra vez.

Quería maldecir a aquel pálido chico, sus impulsos decían que lo mandara al carajo, pero le debía este favor a su amiga.

Uno de sus pies comenzó a dar un vaivén contra el suelo, resonando en sus oídos, calando en la ansiedad del momento.

Tensión.

Sett carraspeó al mismo tiempo que Aphelios tomó coraje y habló

Y..o Dijo precipitándose.

Sett lo miró pasmado. No había escuchado nada.

"¿Qué dijo? Mierda, qué emo más irritante, en verdad" Pensó.

—No te oí, habla ahora.—Dijo el de orejas extrañas, su voz era demandante.

Aphelios quiso morir en ese instante, la única oportunidad de hablar que tuvo, la gastó con un patán.
Sintió vergüenza de sí mismo.

El problema de no ser "normal" es que todos esperan que actúes como si lo fueras.

Podía percibir la mirada demandante de Settrigh en su cuerpo.

Su última opción era la lengua de señas.
Moviendo sus manos intentó comunicarle al Jefe lo apurado que estaba y que lamentaba la situación.

No quería hacer eso porque estaba noventa porciento seguro de que el más alto no entendería... Y tuvo razón.

—No entendí nada. Lo mío son los puños. Pero Soraka habla lengua de señas. Quizás...—Se pausó un momento mirando al cielo, pensando si era mejor dejarlo ir e inventarle algo a la peliblanca, sin embargo el jamás rompía una promesa, así que prosiguió hablando—Quizás quieras volver y explicarnos qué sucede. O al menos a mí. Ella siempre resulta ser un buen soporte.—

Sett bajó la vista hacia el chico esperando una señal de respuesta pero se encontró con un panorama diferente al que imaginaba, un charco se sangre se había formado a los pies del más bajo, su ropa y mentón estaban cubiertos de la misma. Goteando.

Aphelios poco a poco comenzó a sucumbir ante la pérdida de sangre.
Entre la falta de alimentación de los últimas semanas, la pelea, y levantarse luego de dormir durante 3 días y el estrés, sentía que su cuerpo le pedía con clemencia un momento de paz.

Se dejó caer en el suelo, con sus piernas dobladas hacia afuera.
Posó sus manos en el césped rociado de sangre fresca.

"¿Cuánto más va a durar esto?" Pensó y hasta casi sonaba rendido.

Por otro lado Sett solo lo miraba con desdén.
¿Por qué su maestra siempre tenía tanto aprecio hacia los débiles?

Intentó levantar aquel moribundo cuerpo, más algo le decía que no valía la pena.
Así que simplemente lo dejó ahí y emprendió su camino de regreso a casa. Estaba cansado de involucrarse con personas débiles.

As in heaven☁️ (Sett x Aphelios)Where stories live. Discover now