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- ¿Te irás temprano de nuevo? - preguntó Kageyama mirando como todos se cambiaban.
- Si, Haru preparó algo especial hoy - sonrió el pequeño.
- Bien, ve con cuidado - miró atento su salida suspirando al final, en secreto, todos estaban tristes por el colocador.

Pero el pequeño gigante era muy feliz con su pareja, un chico de una nueva cafetería que habían abierto hace no más de un mes y desde la apertura decidieron ir a ese lugar pues hacía bastante frío ya que era invierno, en tres semanas notaron a Hinata extraño, se iba temprano del entrenamiento, andaba más sonriente y distraído, incluso suspiraba de vez en cuando.

Afectó un poco su rendimiento pero no dejaba su sueño de lado así que mejoraba un poco más lento que antes, a quien más le pesó su actitud fue al chico que siempre estaba con él, era triste para la manager ver la cancha con las luces encendidas como en su primer año pero que solo se escucharan los pasos de una sola persona, odiaba que no hubiera sido el pelinegro, lo creía injusto, pero no podía reclamarle a su amigo por ello, porque no podía obligarlo a quererlo, aunque siempre pensó que lo quería de esa forma, pero en algún punto se distanció.

Apretó sus pequeños puños y se acercó a las canchas, pero una mano en su hombro la detuvo.

- Te acompañaremos a la parada - le dijo Tanaka y ella asintió entendiendo la indirecta de dejarlo solo, porque sabían que en ocasiones, el colocador lloraba en la cancha y pensaban que no le gustaría que vieran esa parte suya por su actitud.
- Gracias - sonrió levemente caminando con el resto.

Y efectivamente, el colocador estaba en la línea de fondo sentado mirando al suelo, las lágrimas botaban en silencio, no emitía ni un solo ruido, porque odiaría ser visto así, por eso mordía fuertemente su labio.

Por otro lado, nuestro sol recién llegaba a la cafetería dejando su bicicleta encadenada y nada más girarse miró a su novio abrir los brazos, saltó hacia el alegre y fue envuelto en un cálido abrazo y risas de ambos.

Era tan feliz en esos momentos que se olvidaba de todo.

- Pasemos adentro primero - acaricio su mejilla - debes de calentarte.
- Si - se sonrojó levemente bajando la vista.

Tomó su mano y ambos entraron, como siempre, el local estaba algo lleno pero su mesa siempre estaba libre, junto a la ventana y con velas alrededor, la tienda tenía un estilo minimalista y natural, cuando le trajo su taza de chocolate caliente espero con paciencia bebiendo hasta que fue hora de cerrar.

- ¿Cómo estuvo tu día? - preguntó jugando con los dedos del pelirrojo sobre la mesa.
- Estoy cansado, y apenas termine las tareas - dijo suspirando.
- Prometo ir a verte pronto - dijo aflijido por ver a su pareja venir todos los días.
- Está bien, me agrada venir todas las noches, si no te molesta estoy bien así - sonrió.
- Me encanta escuchar la cadena de tu bicicleta, corro afuera en cuanto pasa, aunque - hizo un mohin - la vez pasada fue un anciano y cuando me vio salir emocionado mejor se fue nervioso - el pelirrojo se rió por ello.
- Pondré una campana, para que sepas que soy yo quien llega - dijo enternecido y aún riendo un poco.
- Entonces usaré una también - dijo sonriendo.
- ¿Tú? - ladeó la cabeza pues el pensaba ponerla en la bicicleta.
- Si, en una pulsera, así te acostumbraras al sonido y cuando escuches una campana pensaras en mi - entrelazó sus dedos sonrojando al pelirrojo.
- En serio - suspiró apenado cubriendo su rostro, está vez el chico rió.
- Te vez hermoso cuando tratas de ocultar tu timidez - ambos se quedaron callados, el chico se arrodilló a su lado y Hinata se inclinó dándole un pequeño beso, pero Haru sostuvo su rostro haciéndolo más largo.
- Espera - susurró Hinata al sentir que usaba su lengua - la puerta aún...
- Está cerrado - se separó un poco, lo miraba pidiendo permiso y tras pensarlo unos segundos asintió, de inmediato el chico bajó la cortina de la ventana y se sentó en una silla colocando a su novio sobre él.
- Haru - colocó sus manos en el pecho del chico al sentir que acariciaba su trasero.
- Lo sé, no haremos eso - sonrió - puedo esperar el tiempo que quieras.

El pelirrojo asintió y siguieron besándose un largo rato en esa posición, la luz tenue de las velas, la música relajante de fondo y el silencio frío a su alrededor que los hacia desear compartir más la calidez entre sus brazos y besos hacia de esos momento únicos, olvidaba todo, como si no existieran los problemas.

Aunque para otro chico lejos de ahí, el mundo estuviera destrozándose.

Cicatrices (Kagehina)Where stories live. Discover now